Una experiencia y/o sensación que la gente está teniendo con mayor frecuencia últimamente es la de estar en una «realidad diferente» a la de otras personas. He oído decir que alguien puede estar al lado de otra persona y, sin embargo, tener la sensación de que ambos viven en una realidad completamente diferente. ¿Es esta una nueva condición humana: el «síndrome de la realidad dividida»? Y si es así, ¿cuáles son los principales aspectos de estas realidades diferentes?

Por un lado, hay pocas dudas de que la humanidad –sí, eso significa la vida humana en este planeta– está experimentando transformaciones y desórdenes monumentales que incluyen aspectos tales como: cambios/perturbaciones en la tierra, variaciones climáticas no lineales, vulnerabilidades y fluctuaciones económicas, fracasos de los sistemas políticos nacionales, fracturas geopolíticas, colapsos de las infraestructuras, acaparamiento del poder global, programación mental, sistemas de control tecnocrático, y mucho más. Y por otro lado, estamos siendo testigos de un inmenso cambio en la consciencia, la comprensión y la claridad perceptiva de las personas. Así que, ya que estamos en el dominio de la discusión de los «grandes cambios» – y este es un tiempo para experimentar grandes cuestiones – permítanme traer dos «grandes palabras» para enmarcar esto: Apocalipsis y Armagedón.

En los últimos tiempos, estas dos palabras han aparecido repetidamente en narrativas y conversaciones habladas y escritas. Y a menudo, se han utilizado indistintamente. Y la razón de esto es que, en un nivel muy general, ambos términos se utilizan para referirse a un acontecimiento destructivo de «fin de los tiempos». Ambos vocablos, en este amplio contexto, describen un escenario de hora final o fin del mundo. Y con el estado actual del planeta, y su posible trayectoria futura, es comprensible que la gente los utilice en sus conversaciones. Sin embargo, para mí, cada uno de ellos representa un aspecto diferente de esta «realidad dividida». Así que voy a exponer lo que representan para mí, y cómo actúan en un escenario de realidad diferente para cada uno.

El término apocalipsis procede del griego antiguo (ἀποκάλυψις – apokálypsis), que significa literalmente «quitar el velo», es decir, divulgación o revelación de grandes conocimientos. En la terminología religiosa se ha utilizado para denotar la revelación de algo muy importante que estaba oculto. Puede referirse a algunos «secretos celestiales» o a revelaciones divinas similares que pueden aportar comprensión a la vida terrenal. Aquí, pues, tenemos un término que representa una «revelación de lo velado». En el caso de un apocalipsis, nos encontramos con un momento de revelación individual y/o colectiva de algún conocimiento oculto o velado. ¿Coincide esto con el término «Armagedón»?

Armagedón, en griego antiguo es Ἁρμαγεδών, Harmagedōn (y en hebreo esֹ Har Məgīddō) que es el lugar profetizado de una batalla durante el «fin de los tiempos». De nuevo, el término Armagedón se utiliza en un sentido general para referirse a cualquier escenario del «fin del mundo». Sin embargo, no tiene ningún significado revelador ni sugiere ninguna epifanía. Se refiere a una batalla física, un tiempo de gran guerra del fin de los tiempos: la «guerra para terminar todas las guerras». Como podemos ver, estos dos términos representan dos momentos distintos: uno es una instancia de revelación (apocalipsis), y el otro es una «guerra para acabar con todas las guerras» física específica (Armagedón). Para mí, la forma en que la gente utiliza estos términos (si es que lo hace), y también la presencia de estos términos en la misma narrativa, implica este planteamiento de «realidad dividida». En otras palabras, una persona puede posicionarse dentro de una realidad de revelación, un momento en el que se le revelan conocimientos y entendimientos hasta ahora ocultos, un despertar perceptivo. O bien,  puede percibir que está inmersa en un tiempo de guerra física, perturbación y destrucción. Para mí, una de estas realidades permite un refinamiento de la autoconsciencia, la cognición y la comprensión; la otra, una densificación, un enmarañamiento y una perturbación potencial de la propia cognición y del estado energético.

Además, el modo apocalíptico (por llamarlo así) representa, a mi entender, un movimiento hacia algo. Una persona, a través de la revelación, está en transición hacia una consciencia perceptiva, o espacio de conocimiento. Y el modo Armagedón es más probable que sugiera una huida de algo: de la destrucción y la devastación de la guerra. En este caso, estos posicionamientos también pueden aplicarse a cómo reacciona la gente ante uno u otro de los posibles «estados de realidad» futuros. En estos días se nos dice que «nos preparemos para lo que viene». Pero, ¿qué es lo que viene? ¿Cómo podemos saber realmente lo que va a suceder: ¿la Tercera Guerra Mundial o el Plan de Evacuación del Planeta Tierra por los pleyadianos? Lo más probable es que nos encontremos exactamente con aquello para lo que nos estamos preparando. En mi corta experiencia de vida, he descubierto que tendemos a encontrarnos con la realidad a medio camino (¡la mayoría de las veces!). Así que, en este escenario, si estamos almacenando comida, cavando nuestros búnkeres, y temiendo lo peor    –lo que he llamado el meme[i] «Armagedón-patógeno-virus-zombi-final»– entonces es más probable que nos encontremos con uno de esos zombis demoníacos, o una experiencia asociada a esta energía. Es más probable que una persona experimente miedo, confusión, ansiedad, incertidumbre, etcétera, si esto es contra lo que se está preparando. Porque esta estructura se ha convertido en su conjunto de realidad. La realidad tiene una forma curiosa de responder a lo que tenemos en la cabeza, pero la mayoría de las veces de una forma que no esperábamos[ii]. Lo que nos hace huir suele encontrarse con nosotros de frente, en algún momento. Al igual que en nuestros sueños abstractos: estamos huyendo de algún miedo, pero sin llegar a ninguna parte.

El modo apocalipsis-revelación, en cambio, sugiere una posición de receptividad y apertura a las potencialidades desconocidas, sin miedo ni aprensión, pero con un sentido interno de confianza. Porque no podemos huir de nosotros mismos, por mucho que lo intentemos. Podemos meternos en un búnker subterráneo o en una isla aislada, pero nos llevaremos a nosotros mismos. Y «cómo» somos es lo que determina cómo experimentamos lo que va a ser y lo que va a venir.

Volviendo a lo dicho en el primer párrafo, podemos estar al lado de otra persona y, sin embargo, cada uno experimenta y vive una realidad diferente, y responde a ella en consecuencia. Podemos estar físicamente cerca de ellos, pero ciertamente no estamos con ellos.

 

Lo hayamos o no reconocido, la realidad se ha dividido. Y ha llegado el momento de elegir nuestras posiciones. La manera en la que avancemos a partir de este momento determinará qué forma y disposición de la vida, así como qué estados energéticos y emocionales, vamos a experimentar. No todo el mundo formará parte de nuestra realidad, pero sí muchos. No podemos incluir a todas las personas en nuestra realidad, ya que esta será una elección individual a tomar, al igual que tú harás, o ya has hecho, la tuya. La realidad tiene que ver con la alineación. Nuestras experiencias tienen una manera de encontrarnos a mitad de camino, o de alguna manera, en alineación con nuestro estado del ser. Puede que no todo sea de color de rosa. El malestar es también un aspecto hereditario del cambio y la transición. Sea cual sea la forma en que se desarrolle el futuro, y nadie puede asegurarlo, será cuestión de cómo elijas enfrentarte a él. Y eso dependerá de la realidad en la que hayas entrado. ¿Va a ser tu futuro una revelación de verdades ocultas que te lleven a nuevas comprensiones y modelos de vida, o estás preparado para la guerra que acabará con todas las guerras? Si aún no estás seguro, tómate un poco de tiempo para reflexionar, pero no demasiado; piensa cuidadosamente y a fondo. Va a ser una elección crítica.

 

[i] Véase mi libro Asalto a la realidad. Biopoder y la normalización del engaño

[ii] Si quiere una descripción de esto, encuentre y vea la película Solaris de Andrei Tarkovsky (1972) o lea el libro original de Stanislaw Lem (1961)

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