El botón de reinicializar
«Estamos soñando un mundo simbólico, despertando
solo brevemente a lo que es real»
Arthur Deikman
Pensábamos que nuestra realidad era estable: una progresión lineal de eventos que tenía orden y lógica. En las sociedades modernas, la mayoría de la gente nacía en condiciones de estabilidad y seguridad que creaban burbujas de satisfacción y facilidad. Se nos programaba de forma fácil y directa para participar en una cultura consumista que nos ablandaba y apaciguaba. Un suave flujo de agradable servidumbre nos aliviaba. Nuestros deseos se cumplían sin más, y nuestros entretenimientos estaban disponibles a crédito. Más o menos, la mayor parte del tiempo, sabíamos hacia donde nos dirigíamos. Como mínimo, reconocíamos el camino por el que andábamos. Era una película sobre la realidad tipo Pleasantville[i]. Nos vinculamos e invertimos en una realidad mundial que creíamos que tenía un futuro muy largo. No íbamos a cambiar nuestras mentes a corto plazo.
Algunos vimos los signos iniciales: las grietas en el huevo cósmico. Teníamos el presentimiento, la intuición, de que algo no estaba del todo bien. Y aun así la película sobre la realidad tipo Pleasantville continuaba, y muchos todavía se la creían. Las cosas empezaron a deshacerse lentamente por las costuras, la tierra comenzó a agitarse; la gente empezó a moverse; a veces tras el velo podía verse la mano oculta. Y pese a ello, muchos de nosotros todavía no queríamos desenchufarnos de una imagen de la realidad que ahora parpadeaba ante nuestros ojos. Necesitábamos tanto creer en aquellas cosas que mantenían nuestra satisfacción pasiva. Pero tenía que llegar. Cuando algo tan grande comienza a tambalearse tan gravemente, se requiere una nueva forma de equilibrio. Hace falta que un evento de tal magnitud entre en las vidas de todos de manera que cada uno empiece a volverse hacia dentro para preguntar: ¿este camino en el que estoy es el correcto? Entonces es hora de que surja un nuevo consenso; pero antes, alguien tiene que apretar el botón de reinicializar.
Cuando las cosas se desmoronan puede surgir una nueva visión. Para empezar, cada persona tiene que elegir si dará un paso adelante o permanecerá aferrado a las viejas costumbres. Durante el colapso del actual consenso de realidad habrá una remodelación, y cada persona puede tomarse este tiempo para escucharse a sí misma. ¿Puede que se nos esté devolviendo todo aquello de lo que nos hemos deshecho durante tanto tiempo? En la remodelación, se pueden forjar nuevos caminos de conexión.
Si no puedes ver lo que nos espera, o qué camino tomar, puede que entonces te sientas incómodo. Lo que siempre desencadena nuestras ansiedades, nuestros miedos, es lo desconocido. Está bien estar inquieto por un tiempo, hasta que se establezcan las nuevas conexiones. Son tanto las conexiones internas como las externas. Es tiempo de crear de nuevo esas relaciones con sentido, los contactos con significado. Durante demasiado tiempo, hemos estado acostumbrados a un mundo –a una manera de vivir– que no nos tenía totalmente en cuenta a cada uno de nosotros. Permitimos que otros transformaran el mundo en una ecuación, y nosotros nos convertimos en los números. Se nos proporcionó una mentalidad de grupo, pero no nos convertimos en una unidad. Se nos dijo que anduviésemos en fila con otros en lugar de salirnos y andar por nosotros mismos. Fue una película de la realidad tipo Pleasantville hecha de una baraja de naipes. Ahora alguien ha apretado el botón de reinicialización. Y es tiempo de realinearse.
No hay nada malo en recogerse durante un tiempo para dar un paso atrás y observar. La quietud y la reflexión aportan combustible a la llama interna. El miedo a lo desconocido no es una excusa para la inacción. Dar un paso atrás durante un tiempo es una forma de acción, no es no hacer nada. Todas las notas musicales necesitan una pausa. Toda respiración tiene una inhalación antes de una exhalación. Un colapso del consenso de realidad es un descanso, una inhalación. Es hora de traer todo de vuelta a casa; de devolvérselo a uno mismo, y esta vez no volver a entregarse. Echa un vistazo a lo que ahora resalta; decide dónde hacer brillar la luz.
No es tiempo de presionar. Dejemos que los asustados empujen. Es tiempo de revaluar. ¿Me he estado cuidando? ¿Estoy viviendo de una manera saludable? ¿Vivo una vida nutrida? ¿Nutro a otros? ¿Hay partes de mi vida que puedo cambiar: ramas marchitas que puedo podar?
Donde hay un reajuste, los lados de la caja desaparecen. No tengas tanta prisa por volver a poner la tapa. No es tiempo de cajas. El reajuste no es momento para quedarse atrapado en una calle de un solo sentido. Ahora todas las avenidas están abiertas; es hora de permitir que tus propios caminos se abran, en lugar de seguir los de otros. Quizá cuando llegues te encuentres con que es el mismo lugar, porque eres tú. Pero tú no serás el mismo. T.S. Eliot escribió: «No dejaremos de explorar, y el fin de toda nuestra exploración será llegar donde empezamos, y conocer el lugar por primera vez».
Tras el colapso del consenso de realidad –una vez que el botón de reinicio se haya apretado– la vida no volverá a ser igual. Iniciaremos una nueva era histórica. Por todo el mundo la gente saldrá trepando de sus crisálidas de cuarentena hacia un tiempo nuevo. Hoy, cuando escribo estas palabras, es el día del equinocio de primavera: es cuando comienza un nuevo año. El botón de reinicio se apretó antes de este equinocio. Después, no habrá Anno Domini ni Era Común.[ii] Habrá una Nueva Era (N.E.).
¿Cómo será? Este nuevo camino será cómo cada persona elija percibir y crear su visión renovada de la vida. Puede ser el momento oportuno para establecer nuevas prioridades: un retorno a la tierra bajo nuestros pies. Una manera más equilibrada de caminar hacia delante: y adelante iremos.