«La humanidad tiene que hacerse consciente urgentemente de que un mundo espiritual está actuando en todos y cada uno de los detalles de la existencia en el mundo físico».
Rudolf Steiner
Como se ha indicado en los últimos artículos de esta serie, dentro de la humanidad existe una presencia creciente de fuerzas entrópicas, o involutivas, Y estas fuerzas han dominado y siguen dominando nuestra realidad, tal es la naturaleza propia de la Inversión. Sugiero que reconocer esas fuerzas, intentar comprenderlas y transformarlas en impulsos que puedan funcionar para la evolución de la humanidad es un avance responsable por nuestra parte. Para ello, tenemos que enfrentarnos a la presencia y la actividad de los aspectos considerados «malignos». Las fuerzas negativas o entrópicas son tan características de la existencia como las fuerzas positivas o de desarrollo. Todas actúan en el campo de la atracción, la repulsión y la expresión de la energía. Los Rosacruces reconocieron estas fuerzas cuando se refirieron al Deus Inversus o «Dios Invertido»; este dios invertido actúa sobre la humanidad a través de las esferas del mal o la negación para contrarrestar su desarrollo. El místico austriaco Rudolf Steiner era muy consciente del impacto futuro de tales fuerzas. Afirmó que: «Es esencial que cuando las fuerzas que se manifiestan como maléficas aparezcan en el lugar equivocado, se tomen las riendas… de tal forma que la humanidad pueda lograr con dichas fuerzas del mal algo que sea beneficioso para el futuro de toda la evolución mundial».1
En este sentido, es importante que la persona se haga consciente del reino metafísico que se encuentra más allá del umbral de la consciencia normal o cotidiana. Si permanecemos inconscientes de nuestras propias fuerzas de consciencia espiritual, seremos más susceptibles a las manipulaciones de las fuerzas contrarias al desarrollo. Como sabrán los lectores familiarizados con mis escritos anteriores, he intentado llamar la atención sobre ciertos aspectos de nuestra realidad consensuada para obtener una mayor claridad sobre cómo podemos responder a la situación de forma constructiva. Me atengo a lo escrito en el Evangelio gnóstico de Felipe: «Porque mientras la raíz de la maldad está oculta, es fuerte. Pero cuando se reconoce, se disuelve. Cuando se revela, perece». El reconocimiento, a través de una consciencia y una percepción mayores, permite más opciones a cada individuo. En el contexto del impulso maquínico y de las intrigas de la Inversión, tenemos que ser conscientes de ciertos hechos antes de poder manifestar la intención y el enfoque de la voluntad correctos. Lo que se necesita es una cultura de revelación –de «descubrimiento»– en lugar de encubrimiento.
Nuestra experiencia vital consciente dentro de la Inversión depende en parte del hecho de que el mundo que nos rodea es un engaño. Esta falsa ilusión o modo de separación de la Gran Realidad ha funcionado para que el ser humano pueda desarrollar su mundo interior y su sentido del ser –la consciencia del ego– a través del libre albedrío y la acción, en lugar de ser un «juguete de los dioses» carente de fuerza vital o destino individual. Parece que esta fase ya ha cumplido su propósito y ha llegado el momento de descubrir (revelar) la consciencia del espíritu humano como participe en la experiencia de la vida física de la humanidad. Para transformar las fuerzas entrópicas, la humanidad necesita volver a entrar en contacto con una realidad metafísica. En este sentido, el camino de desarrollo de la humanidad ha alcanzado un umbral, y para empezar a cruzarlo tenemos que volver a experimentar el mundo espiritual. La humanidad tiene que prepararse para su siguiente paso, que incluye el despliegue de nuevos, o no utilizados hasta ahora, órganos de percepción. Es probable que, a medida que progrese el «adelgazamiento de los velos», surjan nuevas habilidades psíquicas, la realidad consensuada se disuelva cada vez más y los reinos energéticos comiencen a cruzarse. Como ya es el caso ahora, cada vez más gente está teniendo experiencias psíquicas, tales como comunicaciones no humanas, y esto aumentará y se hará más común, a menos que las fuerzas entrópicas puedan arrastrar a la gente aún más hacia un materialismo más profundo, que cause amnesia en la consciencia espiritual. El umbral importante para la humanidad en la actualidad es ser receptiva a los impulsos de desarrollo y abrirse conscientemente a una correlación con estas fuerzas trascendentales en pro de una cultura espiritualizada.
En referencia a lo que el escritor de ciencia ficción Philip K. Dick había descrito como su cosmología gnóstica, él consideraba que el individuo ya poseía fragmentos de lo Absoluto/Fuente en su interior, y que el objetivo último de una vida humana era lograr esta fusión humano-Fuente. En la perspectiva de Dick, el Absoluto, o la Fuente de Todo (el Urgrund), estaba todo el tiempo penetrando en este falso constructo de la realidad, e intentando provocar/activar a las personas, o esperando a que llegara el momento en que se pudiera lograr la fusión. Si un número suficiente de personas se integrara en la Fuente (la fusión), el constructo de realidad artificial (la Inversión) quedaría aniquilado. En su lugar habría una percepción sentiente de la realidad que estaría simultáneamente y por entero dentro del Urgrund/Fuente. Dick también creía que el falso dios (o «artefacto») no es malvado, como tampoco lo es el falso mundo proyectado del demiurgo (la Inversión). Más bien, el demiurgo es determinista y mecánico y, como tal, no se puede apelar a él mediante valores humanos. El demiurgo es en sí mismo un artefacto que no puede comprender ninguna verdad mayor más allá de sí mismo o del propósito de su existencia. La cosmología de Dick también reconoce la lucha de polaridades al decir que el Urgrund/Fuente, de vez en cuando, brinda una revelación a los seres humanos para impulsar el proceso evolutivo positivo hacia el conocimiento iluminado o perceptivo. Y para contrarrestar este impulso, la entidad demiúrgica «falso dios» induciría la ceguera, el olvido o el subterfugio, para mantener aún más la oscuridad perceptiva. Según Dick, esta es la lucha perpetua que se libra en la realidad menor, a la que me refiero como la Inversión. En este contexto, la Fuente de Todo y la humanidad avanzan hacia la fusión, mientras que el constructo artificial lo hace hacia la eliminación final. Una característica de la inusual cosmología de Dick (que parece una forma de neognosticismo) es que la realidad menor es el medio a través del cual puede realizarse el proceso de fusión entre la Fuente y el ser humano. Los verdaderos gnósticos han sentido, de forma similar a Dick, que la humanidad es «de otra parte» y esto sugiere que estamos alejados en muchos niveles de nuestra verdadera realidad (la Realidad Mayor). Se ha dicho que:
El hombre, afirmamos saberlo, procede de muy lejos; tan lejos, que al hablar de su origen se emplean con frecuencia frases como «más allá de las estrellas». El hombre está alejado de sus orígenes. Algunos de sus sentimientos (pero no todos) son leves indicadores de ello… El hombre tiene la oportunidad de volver a sus orígenes. Lo ha olvidado. De hecho, está «dormido» a la realidad2.
Para ayudarnos a encontrar «el camino de vuelta a casa» contamos con la herramienta de la imaginación creativa, así como con las tradiciones de sabiduría de los misterios. Las escuelas de sabiduría, con sus iniciados, también han asumido el papel de crear conductos para la transmisión del conocimiento real (es decir, el conocimiento de fuera del falso constructo de la Inversión). A través de su trabajo, del que solo se conocen públicamente algunas partes, siguen manteniendo la línea vital –el cordón umbilical– que conecta el mundo físico fenoménico con el reino de la Gran Realidad. Y a través de este puente, las fuerzas vitales pueden entrar en este «reino menor» y fundirse con la materialidad; es decir, operar a través de la fisicidad. El Camino del Iniciado es difícil, ya que la persona tiene que lidiar con el yo-ego para preparar el cuerpo físico como un receptáculo para el flujo de energías trascendentales. Esta preparación se conoce a veces como la «muerte del ego» –morir antes de morir– que crea el conducto que permite la fusión. No se trata de una canalización, sino de un estado mucho más avanzado. El sabio indio Sri Aurobindo expuso una noción similar cuando describió que la consciencia supramental necesita descender al reino físico-material a través del ser humano. Se dice que la «Gran Obra» consiste en desarrollar a los individuos para luego enviarlos de vuelta a la sociedad a fin de ayudar a facilitar el desarrollo en su esfera cultural. Es importante formar individuos equilibrados que hayan desarrollado cierto grado de inmunidad contra las fuerzas entrópicas. Cuantas más personas conscientes y perceptivas haya en una comunidad, menos susceptible será esta a las formas externas de gestión y control social, es decir, menos vulnerable a las fuerzas ahrimánicas del estancamiento y la decadencia. El Iniciado, en este contexto, es una persona que, aunque porta/transmite un gran poder y responsabilidad, no lo ejerce sobre las personas de ninguna forma negativa. La «Gran Obra» está en curso, ya que la confrontación entre evolución/involución es continua, y tal es la situación actual.
La humanidad ha pasado por varias etapas necesarias para su evolución; y dentro de este camino ha estado la transición desde una condición de ser-espíritu a una forma terrenal, material. Esto estableció una separación física de la consciencia espiritual que activó el crecimiento del ego-yo del ser humano para que este pudiera volver al estado de ser-espíritu con una consciencia individualizada. En este sentido, el ser humano ha evolucionado a través de la pérdida de algunas facultades y el desarrollo de otras. Esto ha supuesto un «descenso» desde un estado de consciencia directa de los reinos metafísicos y una ignorancia e inocencia respecto al dominio material, hasta un dominio de las fuerzas materiales y una pérdida de consciencia del espíritu. El siguiente umbral probablemente implique la obtención de la correspondencia y el uso correctos de las fuerzas materiales, junto con una reespiritualización de la vida humana dentro del dominio físico. Esta es la fusión que se encuentra ahora a las puertas de la humanidad, y que debe asumirse de manera apropiada. De lo contrario, puede perderse el impulso del arco ascendente.
Ya no podemos seguir negando la naturaleza subvertida de nuestra realidad y los impulsos antihumanos que abundan en la actual experiencia de vida terrenal. En general, el ser humano se ha vuelto demasiado adormecido e insensibilizado ante las atrocidades que asolan la civilización humana. Cada día oímos en nuestros canales de noticias y medios de comunicación terribles crímenes, sufrimientos y violencia provocados por el ser humano, por no mencionar el absurdo comportamiento de nuestros sistemas políticos, financieros y corporativos. Con tanta actividad humana por todo el planeta parecería que la gente estuviese durmiendo dentro de sus propias pesadillas. Es como si la vida humana se hubiera deslizado dentro de un reino de subnaturaleza. La humanidad no está actuando desde un lugar correcto o equilibrado. La locura del mundo moderno se ha normalizado cabeza abajo como la Inversión. Incluso en estos así llamados «tiempos avanzados», nuestras sociedades modernas se basan en las energías extraídas de las oscuridades subterráneas: petróleo, gas, carbón, etcétera. La continua proliferación de estas energías más densas está frenando el desarrollo de la humanidad hacia la esfera de las fuerzas más sutiles.
Como ya se ha mencionado, Steiner consideraba que incluso la electricidad representaba fuerzas subnaturales: las fuerzas ahrimánicas utilizan el medio de la electricidad como receptáculo. Nuestro mundo electrificado se está utilizando para causar un estancamiento en el camino de la evolución necesaria de la humanidad. Es como si el ser humano se encontrara entre ambos mundos: el mundo suprasensible (el reino metafísico) y el mundo subsensible (el reino mecánico más denso). En este contexto, la humanidad puede necesitar actuar como puente entre estas fuerzas polarizadas…
… Continuará
Referencias
1 Steiner, R. (2006) Secret Brotherhoods and the Mystery of the Human Double. Forest Row: Rudolf Steiner Press, p163
2 Ustad Hilmi, cited in Shah, Idries (1974) Thinkers of the East. London: Penguin Books, p196