Cuando la humanidad se está adentrando en una etapa de cambio social y cultural, de percepciones alteradas y desafíos a nuestra visión del mundo, nos veremos forzados, casi con total seguridad, hacia estados alterados de consciencia. En otras palabras, para readaptarnos y sobrevivir al  desmoronamiento de la mente antigua/energía antigua, nuestra visión colectiva del mundo necesitará cambiar hacia una forma más ecológica e intuitiva. Es probable que esto implique también un cambio hacia un modo más directo de percepción (una forma de gnosis). Aunque ambos modos, el cognitivo y el intuitivo, puedan funcionar simultáneamente, y se les haya conocido como los modos objetivo y subjetivo de saber, nuestras sociedades modernas han priorizado en gran parte la interpretación objetiva y han desestimado la subjetiva como perteneciente al reino de lo imaginativo. Este reino ‘imaginativo’ de la experiencia subjetiva está más activo cuando somos niños aunque, cuando el condicionamiento de nuestras instituciones sociales y nuestros iguales interviene para establecer una realidad social consensuada, rápidamente se atenúa. Pero el modo directo-intuitivo de percepción es un rasgo evolutivo que aún permanece en nosotros, y que puede empezar a manifestarse en las nuevas generaciones de niños intuitivos.

Puede que las conexiones no-lineales en el espacio y el tiempo (p.e., las comunicaciones globales) entre los miembros de nuestra especie sean uno de los aspectos que se irá haciendo preponderante en los años venideros. Internet nos ofrece una representación física de estas nuevas relaciones espaciales y temporales. El modo directo-intuitivo seguramente será un medio más eficaz de comprensión y  entendimiento ya que soslaya los órganos de los sentidos que normalmente filtran la información. Además, el modo directo-intuitivo funciona fuera de las barreras lingüísticas, y permite acceder a una consciencia colectiva compartida participativa.

La visión ‘consciente participativa’ de la realidad refleja un modo intuitivo de percepción que se relaciona con las nuevas energías de conexión, comunicación, colaboración y compasión. En la actualidad esta comprensión está siendo validada por los últimos hallazgos de las ciencias cuánticas, especialmente la biofísica y la mecánica cuánticas. Nuestra ‘consciencia cotidiana’ de la vision local del universo no está preparada, en gran parte, para las esferas de la realidad no-ordinaria. En nuestra era actual, y especialmente en la civilización occidental, el modo directo-intuitivo de percepción (experiencia subjetiva) no ha sido fomentado, incluso ni siquiera ha sido reconocido, de manera que se ha atrofiado y ha pasado a formar parte del campo de las ciencias esotéricas. Puede que esto sea así porque el punto de vista ‘racional objetivo’ de la realidad permite un sentimiento acrecentado de individualismo, favorecido por el ego, que como tal pertenece a la esfera del poder, el dinero, la competitividad y la avaricia. Sin embargo, el modo directo-intuitivo de conocer la realidad abarca la cooperación, la conexión, la correspondencia y la compasión. Y parece que ya estamos siendo testigos del surgimiento de esta nueva característica de la consciencia humana.

La noción de la percepción directa-intuitiva de la realidad podría suponer un paso adelante hacia la próxima etapa de la evolución humana – el desarrollo evolutivo de lo que podría denominarse consciencia cuántica que es la base de la mente colectiva de la especie humana. Diversos místicos e investigadores de las consciencia han aludido a esto con una variedad de nombres; que van desde consciencia cósmica, a super-consciencia, consciencia transpersonal, consciencia integral, y otros más. Todas estas descripciones comparten un tema común; a saber, el aumento de la intuición y la empatía, una mayor conectividad con el mundo y con la gente, y un sentimiento de ‘saber’ lo que cada situación determinada exige.

El surgimiento de una forma de consciencia directa-intuitiva probablemente infunda dentro de cada persona la sensación de una totalidad cósmica más grande; la comprensión de que la humanidad existe y evoluciona dentro de un universo de inteligencia y sentido – un universo viviente. Esto servirá para transmitir a la humanidad un impulso espiritual más profundo, y reconocido. Entonces, esto podría traer consigo facultades intuitivas incrementadas y  fenómenos extrasensoriales que no sólo se convertirían en parte compartida  de nuestras vidas sino que darían acceso a una creatividad y a mayores capacidades inventivas para cooperar y diseñar nuestro porvenir en el mundo. El aumento de estos atributos en un pequeño porcentaje de la gente, al inicio, podría finalmente alcanzar una masa crítica que permitiría a la consciencia humana derivar hacia un nuevo paradigma perceptivo y una nueva visión del mundo. Formas e imitaciones de estos nuevos patrones de consciencia ya están surgiendo en el mundo, pero aún no han llegado a formar parte de la investigación dominante. Estos agentes ‘mutacionales’ evolutivos incluyen visionarios, místicos, artistas, médiums, intuitivos, maestros espirituales, y lo que se ha denominado como los nuevos ‘Niños Índigo’. Como señalaba el Dr. Richard Bucke en su trabajo clásico sobre el tema, Consciencia Cósmica  (1901), los signos preliminares de este nuevo desarrollo evolutivo han estado apareciendo en la humanidad desde hace tiempo. Esto sugiere que han existido intentos de ayudar a preparar el ‘terreno mental’ para que lentamente se siembre y crezca una nueva consciencia. En su conjunto, las fuerzas sociales/culturales/materiales son lentas para reaccionar frente a la necesidad de un paradigma evolutivo de la consciencia humana. En cualquier caso, esto no es nada nuevo, ya que a lo largo de la historia conocida muchos individuos que han tomado conciencia de la necesidad de sembrar un impulso evolutivo en la vida social se han visto inmersos en sucesos revolucionarios o implicados en levantamientos socio-culturales.

Quizás  se pueda especular aquí que para que continúe el crecimiento cultural y de la especie existen ciertos periodos de la historia humana en los que la humanidad está preparada para, o necesita, la activación de facultades específicas o rasgos evolutivos. Puede que durante ese periodo de transición la humanidad se adapte, o se vea forzada a desarrollar, nuevos aspectos creativos e inspirados de la consciencia. Sin embargo, como en todos los cambios de paradigma, las antiguas energías deben ceder el paso a las nuevas, y puede que sólo sea cuestión de tiempo el que las nuevas generaciones cambien a una consciencia evolutiva y sus expresiones físicas. Por lo tanto es esencial que una comprensión de los asuntos espirituales comience a permear nuestras vidas cotidianas a modo de contrapeso frente a nuestro materialismo social.

Necesitamos unidad, no uniformidad

No estamos buscando una consciencia ‘asombrosa’ – como el super-hombre de Nietzche. Más bien,  lo que posiblemente surja sea una consciencia diferente, y por tanto un tipo diferente de ser humano. Es decir, no se trata de ‘más de lo mismo’ – sino de más personas que manifiesten la nueva consciencia. La mente  humana es como una gran olla que puede contener el mismo agua para todos – un compartir unificado. El camino hacia la unidad – con diversidad – comienza por la necesidad de armonía. Con la energía de la armonía podemos hacer que las aguas se tranquilicen y se sosieguen. Mediante la armonía podemos festejar nuestras diferencias con tolerancia, respeto, paciencia; sin juicios, cotilleos, o resentimientos hacia los demás. Con armonía podemos empezar a reunirnos; a trabajar juntos y a colaborar – a desarrollar confianza y visión. En primer lugar necesitamos suavizar las energías perturbadoras que existen en el mundo. Esto empieza por la armonía en casa – en uno mismo, la familia, los colegas, los amigos, los conocidos y los contactos. A partir de aquí la energía que se ha armonizado puede comunicarse, filtrarse hacia el mundo y entrar en resonancia con otros.

Durante estos años que se avecinan intentar desarrollar una consciencia que esté tanto abierta a impulsos espirituales como simultáneamente consciente y atenta a las necesidades de nuestras comunidades y culturas redundará en nuestro beneficio. Es esencial que revitalicemos nuestro sentido colectivo de bienestar y conexión – nuestra solidaridad y empatía – como parte de nuestra travesía humana compartida. Es posible que vislumbres emergentes de una consciencia participativa compartida permitan a la humanidad acceder a un cosmos creativo inimaginable de información e inspiración. Esto daría paso a nuevas perspectivas de inteligencia creativa que podrían ser las precursoras de una nueva etapa a lo largo de nuestra travesía humana evolutiva.

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