Uno de los descubrimientos tecnológicos más revolucionarios de nuestra era reciente ha sido la electricidad, palabra que aparece por primera vez en inglés en una traducción de 1650 de un tratado sobre las propiedades curativas de los imanes de Jan Baptist van Helmont, médico flamenco y rosacruz que trabajaba en la frontera entre la magia natural y la química moderna. Muchos de los primeros libros y tratados sobre electricidad describían la fuerza en términos claramente alquímicos, con nombres como «fuego etéreo», «la quintaesencia del fuego» o el «desideratum». Hoy se da por sentado que casi todo lo que utilizamos está conectado a una red eléctrica invisible. No reparamos, o apenas lo hacemos, en que nuestros aparatos y electrodomésticos producen campos electromagnéticos que se entrelazan con todos los demás campos invisibles en un ecosistema de electroenergías. Estas energías son subnaturales. Forman parte de la existencia viva, pero son una forma inferior de vibración vital. La electricidad, decía Rudolf Steiner, es luz en estado sub-material. Es decir, es una forma de luz que ha descendido por debajo del nivel de la naturaleza y se ha convertido en lo que él denominó «subnaturaleza». Por ello, Steiner advirtió a la humanidad que tuviera cuidado de no crear culturas dependientes o basadas en la electricidad. Un ecosistema eléctrico solo serviría para alejarnos de nuestro ecosistema natural y llevarnos a un estado vibratorio inferior de subnaturaleza. En una conferencia de 1925, Steiner dijo:
«Todavía son muy pocos los que siquiera intuyen la grandeza de las tareas espirituales que se le avecinan al hombre en esta dirección. La electricidad, por ejemplo, celebrada desde su descubrimiento como el alma misma de la existencia de la Naturaleza, debe ser reconocida en su verdadero carácter, en su peculiar poder de conducir de la naturaleza a la subnaturaleza. Pero el hombre ha de tener cuidado de no deslizarse hacia abajo con ella»1.
Rudolf Steiner se esforzó mucho por esbozar aspectos de las diversas fuerzas que actúan contra el desarrollo de la humanidad. A una de estas fuerzas la denominó «luciférica», y su objetivo era cortar la conexión entre el mundo humano y el reino del espíritu. La intención de las otras fuerzas, que llamó «ahrimánicas», era atraer a la humanidad hacia su reino; es decir, arrastrar a los seres humanos aún más hacia un profundo enmarañamiento material.
Lo que hace que la observación de Steiner sea fundamental para mi indagación acerca de lo que yo llamo la Inversión es que fue quizá la primera figura –o investigador espiritual– que se refirió públicamente a la electricidad como subnaturaleza y mencionó su posible relación con fuerzas entrópicas o negativas. En concreto, sobre cómo los impulsos contrarios al desarrollo –impulsos ahrimánicos según Steiner– están conectados con las fuerzas de la electricidad y el magnetismo creados por el hombre, que son los mismos procesos energéticos en los que se basan las tecnologías de la información y la computación. La luz, en tanto que electricidad, está altamente comprimida en un constructo sub-material. Las cualidades internas de la luz natural se distorsionan hasta adoptar una forma artificial inferior a la de su estado original. Y a partir de ahí se crean las tecnologías humanas; la tecnología utiliza energías naturales condensadas en estados subnaturales, es decir, artificiales. Según el investigador antroposófico Paul Emberson:
En pocas palabras: la tecnología es esa esfera de la actividad humana en la que estamos transformando las sustancias y fuerzas del mundo mineral exterior, dotándolas de nuevas estructuras, movimiento, propiedades y propósitos, de acuerdo con nuestras ideas, nuestras intenciones y el destino de nuestra raza. 2
A través de la tecnología, el ser humano exterioriza su propia naturaleza, manifestándola en creaciones materiales. Estas creaciones externas pueden considerarse proyecciones de la propia naturaleza de la persona. Los cambios que se produzcan en la tecnología serán reflejo de los que se produzcan en el propio ser humano; sin embargo, como este está atrapado en la Inversión material, cada vez más entrelazado con la materia física, esas creaciones o «expresiones» tecnológicas no procederán de un lugar de consciencia pura. Los desarrollos y procesos tecnológicos actuales no solo son una expresión de nuestros deseos y anhelos –el ego humano–, sino que también son manifestaciones de un impulso maquínico que recorre la humanidad a través de su encarnación en esta realidad invertida. Es decir, las fuerzas que operan dentro de la Inversión pueden expresarse a través de la tecnología porque dichas tecnologías son creaciones externalizadas de una humanidad a través de la cual también actúan dichas fuerzas.
La tecnología es asimismo un medio intermediario mediante el cual la humanidad puede acceder a otras fuerzas y realidades e interactuar con ellas. Si examinamos algunas de las innovaciones tecnológicas más recientes, veremos que actualmente existe un marcado potencial para hacer algo más que procesar operaciones. Por ejemplo, la informática cuántica utiliza las propiedades de los estados cuánticos. Como ha descubierto la ciencia cuántica, estados tales como el entrelazamiento y la superposición, partícula-onda, demuestran una correspondencia con un vacío cuántico subyacente, o campo unificado cuántico. Dicho campo unificado también está relacionado con el campo de punto cero (zero point field) a partir del cual se manifiesta la materia-realidad. En otras palabras, la ciencia cuántica conecta con un dominio energético más allá del espacio-tiempo, en el cual existen otras dimensiones, otras realidades; y muchos científicos cuánticos son conscientes de este potencial. David Deutsch, físico británico y pionero en el campo de la física cuántica, declaró en 2005: «La computación cuántica… será la primera tecnología que permitirá realizar tareas útiles en colaboración con otros universos paralelos» [i] Del mismo modo, Geordie Rose, fundador de D-Wave Systems, que creó el ordenador cuántico D-Wave, declaró en una charla similar:
La ciencia ha llegado a un punto en el que podemos construir máquinas capaces de aprovechar esos otros mundos… Las sombras de esos mundos paralelos se solapan con las del nuestro y, si somos lo bastante listos, podemos sumergirnos en ellos, apropiarnos de sus recursos y traerlos de vuelta al nuestro, para producir un efecto en él [ii].
Más adelante, Geordie Rose confesó que, al estar junto a su ordenador cuántico, «siente como si fuera un altar a un Dios extraterrestre». Sin embargo, cómo puede una persona distinguir entre un «Dios extraterrestre» y un demonio es un dilema que ha desconcertado a la humanidad durante milenios. Por la misma época, en 2014, el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, advertía de los peligros y altos riesgos de la tecnología avanzada, como la inteligencia artificial. Es famosa su afirmación de que «con la inteligencia artificial estamos invocando al demonio. En todas esas historias en las que aparece un tipo con el pentagrama y el agua bendita, es como: “sí, se cree que puede controlar al demonio, pero no funciona”» [iii]. Como un ejemplo más de los muchos que existen, podemos mencionar el gran colisionador de hadrones de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (conocida como CERN), que muchos han sugerido que podría ser un medio para acceder a otras dimensiones. En una rueda de prensa, Sergio Bertolucci, director de Investigación y Computación Científica del CERN, declaró: «De esta puerta podría salir algo, o podríamos enviar algo a través de ella» [iv].
El patrón que emerge aquí es que, a través de la tecnología, la humanidad está abriendo la posibilidad de establecer correspondencias con otras fuerzas y otros reinos. Sin embargo, hay que tener en cuenta el estado interior del ser humano, ya que no se trata solo de acontecimientos externos. Y cuando la naturaleza inferior de la humanidad entra en contacto con, o es atraída por, aquellas fuerzas que están más allá de la realidad física actual, puede manifestarse una relación perjudicial. Como se ha afirmado dentro de las ciencias ocultas, la naturaleza inferior del ser humano es la que más a menudo se busca para la alianza y la vinculación malsana.
La humanidad se enfrenta ahora a tecnologías que trascienden los límites conocidos del espacio y el tiempo físicos. Estas tecnologías no se introducen en el vacío, sino en una realidad material poblada por formas de vida basadas principalmente en el carbono, a través de las cuales fluyen energías conscientes. Hasta ahora, no solo no se conocen realmente los efectos sobre el sistema nervioso biológico y la consciencia humana, sino que tampoco se comprende el impacto que esto tendrá sobre el desarrollo interno de la humanidad. El gran reto al que se enfrenta la humanidad a medida que avanza hacia el futuro es cómo gestionar su relación, y creciente fusión, con la tecnología; especialmente en lo que respecta a la presencia del «impulso maquínico». Lo que está claro es que para Steiner y sus colegas investigadores de la ciencia espiritual, estas nuevas tecnologías tienen un enorme peso metafísico. Por otra parte, la negatividad potencial que estas tecnologías y sus fuerzas ejercen sobre la humanidad puede que sea absolutamente necesaria para el desarrollo continuado de la humanidad. En mi próximo ensayo explicaré por qué.
Continuará …
[Este artículo se ha extraído del nuevo libro de Kingsley L Dennis The Inversion: How We Have Been Tricked into Perceiving a False Reality (Aeon Books, September 2023). Existe una versión en español pendiente de publicación]
Referencias
1 Rudolf Steiner, “From Nature to Sub-Nature,” Anthroposophical Leading Thoughts – https://wn.rsarchive.org/Books/GA026/English/RSP1973/GA026_c29.html
2 Emberson, Paul (2013) Machines and the Human Spirit. Scotland: The DewCross Centre for Moral Technology, p12
[i] Hablado en 2005 en una charla Ted
[ii] Hablado en 2015 en una chara en Ideacity –
[iii] https://www.washingtonpost.com/news/innovations/wp/2014/10/24/elon-musk-with-artificial-intelligence-we-are-summoning-the-demon/
[iv] https://www.theregister.com/2009/11/06/lhc_dimensional_portals/