Todos hemos recibido un patrimonio: Sabiduría. Todos lo heredamos por igual. Pero en tanto que un hombre hace el mejor uso de su legado, otro no; uno lo entierra, deja que perezca, y lo pasa por alto; otro se beneficia de él, unos más, otros menos. Según invertimos, usamos y administramos nuestra herencia, obtenemos mucho o poco de ella; y no obstante, a todos nos pertenece y está dentro de todos nosotros.

Paracelso

 

A lo largo de las eras, diversas corrientes de sabiduría (enseñanzas) han operado dentro de la humanidad con el objetivo y la intención de elevar permanentemente la consciencia (cognición) de personas/grupos/comunidades a un nivel de percepción «mayor» o más refinado. Cuando se ha logrado un estado permanente, el individuo y/o el grupo puede operar dentro de uno de los varios dominios que se perciben mediante esta capacidad recién restaurada. Durante eones, que se extienden hasta cuando nuestros ancestros humanos habitaban en cavernas, vislumbres pasajeros de estos dominios han fascinado a la humanidad. Esas visiones también nos han llegado a través de la larga historia del chamanismo, los trances espirituales, los rituales religiosos, la inducción de estados extáticos, etcétera. La humanidad, desde que existe, ha experimentado vislumbres de otros dominios y ha tratado, mediante muchos y variados medios, de recuperar esas experiencias. Son, y continúan siendo, las puertas de entrada a los dominios multidimensionales.

Menos conocido es el hecho de que la llave de esas puertas multidimensionales reside dentro de nuestro propio núcleo. En el pasado, para acceder y activar estos códigos internos se requería entrenamiento y conocimiento especializados. Tal es la historia de algunas de las largas pruebas y la disciplina de un camino de desarrollo espiritual. Por otra parte, casualmente y de forma temporal había atisbos relacionados con eventos tales como experiencias cercanas a la muerte, fuertes conmociones o impactos similares.

Puede haber un contacto aparentemente aleatorio entre la vida ordinaria y los dominios no-materiales entrevistos en ocasiones, de manera pasajera, con el uso de «ayudas artificiales», por ejemplo mediante la ebriedad obtenida biológica y/o químicamente. Muchas personas han tratado de recuperar estas experiencias transitorias, pensando o creyendo incorrectamente que les conducirían a un estado permanente. Esta actividad, y esta manera de pensar, más destructivas que beneficiosas, demuestran una falta de percepción por parte del individuo, un acúmulo de información incorrecta, que se pone de manifiesto en la persona que trata de inducir tales experiencias transitorias cuando, claramente, carece del conocimiento de cómo aprender de esa experiencia y utilizarla correctamente. En general, sin una correcta actividad de desarrollo, tales experiencias sirven, en el mejor de los casos, para desestabilizar o confundir a la persona.

No obstante, tales vislumbres de otros dominios nos muestran que el estado de lo Real es atemporal. Se dice que Jesús, en el evangelio apócrifo de María Magdalena, dijo: «Estad por encima del tiempo»; es decir conectados a un estado supratemporal. Al mismo tiempo, es necesario aprender cómo funcionar correctamente dentro del dominio de la realidad corriente. Y este es el punto crucial: funcionar como miembros armónicos, equilibrados y constructivos de la sociedad mientras, además, percibimos y operamos dentro de una Realidad objetiva; es decir, estar dentro tanto de nuestro tiempo como de lo atemporal. Este es el tema que aborda el buscador moderno; y la psicología perenne lo refleja, porque si bien opera dentro de nuestro tiempo, esencialmente es atemporal.

Muchos antiguos cuentos, fábulas, alegorías, etcétera, son representaciones de aquello a lo que nos referimos como una «dimensión más elevada» que opera dentro de nosotros mismos. Cuando estas intervenciones se hacen más frecuentes y notorias, empezamos a cuestionarnos el paradigma actual de realidad. Finalmente se alcanza un estado en el cual tales «anomalías» son tan prevalentes que la persona se ve compelida a reevaluar, y termina por modificar, su consenso de realidad. Lo que generalmente tomamos por realidad es, de hecho, una distorsión, y solo es parte de un «panorama más amplio». Puede decirse que en la actualidad la humanidad está colectivamente en la fase en la cual necesita modificar la comprensión consensuada de la realidad: en estos momentos esto es crítico.

Según la Cábala y la filosofía judía, «reparar el mundo», implicarse en el proceso de tikkun olam, es responsabilidad de la humanidad. La psicología perenne ha trabajado con, y a través, de individuos con el fin de ayudar a la «reparación del mundo», elevando en primer lugar la percepción de unos pocos. Aquí es importante hacer hincapié en que la primera tarea es elevar las percepciones de quienes van a asumir la responsabilidad de ayudar a mejorar las condiciones mundanas. De otro modo nos exponemos a que se produzcan resultados dispares. Ni que decir tiene que, en cada era, solo muy pocos han aceptado el ofrecimiento de sabiduría. Cómo se dice en los Proverbios: «Yo llamé, y no quisisteis oír; Yo extendí mi mano y ningún hombre la atendió» (Prov. 1:20, 24). Las puertas del santuario están entreabiertas; siempre han estado abiertas en cada cultura, en cada época.  Como se ha dicho:

El conocimiento de Dios no puede obtenerse buscando, pero solo quienes lo buscan lo encuentran

Bastami

 

El camino de la sabiduría primordial, perenne, ha existido siempre. Desde los oráculos más antiguos de las tradiciones de misterio (caldeas y órficas) hasta las corrientes iniciáticas dentro de las religiones abrahámicas. Ciertas escuelas o «impulsos» de sabiduría mantuvieron vivo el linaje: las corrientes neoplatónicas y sufíes operativas en Medio Oriente, Europa y otros lugares; la Cábala a través de las enseñanzas de correspondencias; las ciencias herméticas; la ciencia de la alquimia; los elementos gnósticos de la cristiandad; así como numerosas órdenes, sociedades y grupos conocidos y no conocidos. La corriente de sabiduría también fluye a través de cada civilización y cultura de acuerdo con su modo específico de transmisión.

Basta con echar un breve vistazo para advertir que los trabajos literarios herméticos, neoplatónicos y gnósticos se produjeron en los tres primeros siglos d. C., durante el cenit del imperio romano. Fue un tiempo donde la globalización, la urbanización y el multiculturalismo reemplazaron tradiciones más antiguas y fes más simples. Las civilizaciones y culturas tienen sus esencias singulares, representadas a menudo en sus monumentos, instituciones y maneras de comunicar ideas. Por ejemplo, la civilización romana tenía sus obras públicas: carreteras, acueductos, anfiteatros, etcétera; sus instituciones legales, preceptivas, militares y administrativas; y transmitía ideas a través de la literatura, las leyes y los preceptos. La civilización cristiana medieval tenía sus grandes monumentos catedralicios y su institución eclesiástica; y transmitía ideas mediante la religión y los rituales; en esa época las ideas se difundían mediante la astrología, la alquimia y la Cábala, además del interés por diversas prácticas ocultistas.

De manera similar, el renacimiento europeo surgió en las ciudades de occidente al mismo tiempo que el progreso económico y cultural reemplazaba una marea menguante de creencias medievales. La cultura renacentista tenía sus universidades como monumentos y el humanismo como institución, y transmitía ideas a través del arte y la literatura. Mientras que hoy día las artes se consideran básicamente como un espectáculo, su propósito original era civilizar a la humanidad mediante el uso deliberado de técnicas y herramientas altamente desarrolladas.

Europa experimentó otra corriente de operaciones a finales del siglo diecinueve cuando entró en un periodo continuo de crecimiento urbano e industrial. Con el ascenso del cientifismo y el secularismo vino un declive de la religión organizada. Por entonces llegó un resurgimiento del ocultismo y las sociedades esotéricas junto con una teosofía de nuestros días, como en el caso de Madame Blavatsky y la magia ceremonial. Las corrientes occidentales presenciaron el surgimiento de personalidades esotéricas del siglo veinte como Rudolf Steiner, Alice Bailey y G. I. Gurdjieff. Este último se combinó con la eclosión de la psicología profunda (Carl Jung), y más adelante, en la segunda mitad del siglo, con la psicología transcendental. Estas transmisiones también se marchitaron con el ascenso de la moderna cultura capitalista occidental consumista que dio a luz al movimiento Nueva Era, el guruismo, la autoayuda, el coaching, y las prácticas comerciales de autodesarrollo. Sin embargo, la genuina psicología perenne no tiene una institución central, ni un currículum estándar, ni una residencia permanente. Como dice el poeta místico persa Rumi:

«No soy del este ni del oeste;

Ni de la tierra ni del mar;

Tampoco de este mundo ni del próximo;

Mi lugar no es de ningún lugar, mi huella no deja traza».

 

No es una combinación de diferentes creencias sino un tipo específico de conocimiento interior que se puede proyectar y sembrar en una cultura. También se puede transmitir a un individuo que haya recibido una cantidad determinada de preparación (más adelante hay más sobre esto).

Dependiendo de la cultura, las ideas se siembran de diversas maneras. Podría ser a través de ideas religiosas, filosofía, psicología, arte, obras benéficas, ley y orden, y de determinados individuos que representan estas corrientes. Todas los medios y maneras sirven para desarrollar la cultura, la civilización y, finalmente, la humanidad. Puede decirse que funcionan para «alimentar el alma» de la cultura. La historia es un vasto tapiz en el cual cada persona, comunidad, nación y civilización tiene un papel que jugar. Aquellas personas que están en un nivel de consciencia más bajo están sujetas al vaivén general de condiciones e influencias, sean estas buenas o malas.

En un nivel general de consciencia no hay un patrón perceptible en los eventos; no vemos ni intuimos ningún gran diseño global. Esto se debe a que no tenemos acceso a la realidad objetiva o cognición avanzada. Algunas personas creen que ya no existe un linaje de sabiduría perenne y que el buscador debe encontrar su camino de desarrollo merced a sus propios esfuerzos solitarios. Esta creencia es incorrecta. Aunque los esfuerzos individuales son necesarios, en algún momento se requiere ayuda, o una intervención. El buscador recibirá una respuesta.

 

La psicología perenne pertenece a todas las eras y todos los tiempos. No está sujeta al tiempo ni restringida a una cultura. Es una corriente viviente de conocimiento que se adapta al tiempo, el lugar, y la gente dentro de los cuales opera. Ha sido, y continúa siendo, una guía que ilumina el camino a casa. En épocas pasadas la psicología perenne, o tradición de sabiduría, tal como a menudo se denominaba, fue un conocimiento que era una propiedad estrechamente custodiada de los iniciados. ¡Hoy día hay mucho conocimiento libremente disponible para nosotros, sin temor a ser ejecutados por herejía! En la actualidad se puede decir que este conocimiento existe como un secreto a voces. Solo parece invisible o impenetrable debido a nuestra propia ceguera o condicionamiento social. Aunque no siempre ha operado abiertamente en sociedad, su presencia ha existido a través de objetos, edificios, agrupaciones, eventos, etcétera, así como textos escritos. Lo más frecuente es que funcione de maneras de las cuales la gente no es consciente, y de formas inopinadas.  Pero siempre ha estado disponible, y a menudo literalmente justo frente a nuestros ojos. Actualmente, hemos llegado a otra fase de su operatividad.  Esa es la razón por la cual se ha escrito este libro.

Ahora la corriente de sabiduría es visible en nuestras culturas occidentales de una manera en la que nunca lo ha sido previamente. Sus textos e ideas se han convertido en parte de la cultura popular, sin que la mayoría de nosotros lo sepa. Sus señales pueden encontrarse en los espectáculos de niños y adultos, diseminadas a través de toda una gama de canales. Hoy día la difusión existe a un nivel sin precedentes; forma parte de nuestra consciencia cultural actual: solo que puede que nosotros no lo reconozcamos conscientemente. La ciencia moderna también está descubriendo una nueva comprensión de cómo opera la realidad, similar a lo que la corriente de sabiduría ya conocía desde hace milenios. A modo de ejemplo, las recientes teorías del campo cuántico describen la realidad manifiesta en términos de una interconexión universal; esta interpretación refleja la largamente conocida sabiduría de la correspondencia. Actualmente las ciencias también están sugiriendo una reciprocidad, o intercomunicación, entre el ser humano y el «campo de realidad» fundamental. Conocimientos tradicionales se entienden ahora por otros medios y entran en nuestra moderna comprensión del mundo.

La psicología perenne pertenece a todos los tiempos, ya que en esencia es una ciencia del ser humano, y como tal, se asienta cómodamente dentro de nuestro mundo contemporáneo, y se puede relacionar con los nuevos descubrimientos de la ciencia, la cosmología, la consciencia y la psicología. No hay parte alguna del conocimiento humano que esté fuera del área de un camino genuino de psicología perenne. Lo que representa es un cuerpo objetivo de conocimiento, y su transmisión.  No es una religión, un culto, o un sistema de creencias. Tampoco un camino específicamente «espiritual». Es una ciencia exacta que conduce al avance de la cognición y la percepción humanas y desarrolla una comprensión y un conocimiento más elevados. La transmisión también corresponde a una capacidad inherente a la humanidad: un nivel de desarrollo que sorprendería a la mayoría de la gente.

La idea del desarrollo humano es bien conocida y aceptada en las sociedades occidentales, en gran medida porque se hace mucho hincapié en el individuo y en su relación con la comprensión de la realidad. En parte debido a esto, las tradiciones occidentales de sabiduría han recalcado el uso de la imaginación y de herramientas psicológicas para desarrollar y refinar la percepción humana.

A menudo sucede que el resurgimiento de ideas como la autorrealización ocurren cuando hay una reacción en contra o un retroceso de los sistemas ortodoxos de creencias. Cuando las instituciones culturales demuestran carecer de cualquier alimento real o ser incapaces de ofrecerlo hay una apertura a caminos alternativos. También se debe señalar que puede que las tradiciones de sabiduría previas ya no estén funcionando como transmisoras activas del conocimiento superior. En esta espesa realidad material todo sucumbe a la misma ley del deterioro y la cristalización (verbigracia: pérdida de energía cinética). Se puede conjeturar que en la actualidad hay un esfuerzo concentrado para transmitir la tradición de sabiduría en un contexto científico-psicológico para el siglo XXI. Por esta razón, he escogido referirme a la antigua tradición de sabiduría como la psicología perenne.

Podemos referirnos a la psicología perenne como un camino de gnosis. La gnosis verdadera (no el concepto intelectual) es una intuición cognitiva que se percibe a través de una experiencia directa. Solo puede enseñarse hasta cierto punto; tras ello, la experiencia directa es esencial. La gnosis es el acto de comprensión objetiva mientras que el diagnóstico es el acto secundario de examen racional. Las sociedades modernas han situado el diagnóstico como la forma principal de obtener conocimiento a expensas de las intuiciones genuinas de la gnosis. La verdadera gnosis es un impulso objetivo de desarrollo que sostiene nuestro mundo material. Este conocimiento, y la gente que opera en concordancia, están implicados en una actividad evolutiva. Esta sabiduría primordial evoluciona dentro de la gente, y comprometiéndose con ella se ayuda a la gente en su evolución personal. A lo largo del camino perenne, la cadencia de ciertas actividades sigue un patrón muy claro, que está más allá de la capacidad de comprensión de la mayoría de la gente. He aquí un cuento corto que lo ilustra:

«A un hojalateroinjustamente encarcelado se le permitió recibir una alfombrilla tejida por su mujer. Él se postraba sobre la alfombrilla día tras día para decir sus plegarias, y tras algún tiempo dijo a sus carceleros:

“Soy pobre y no tengo esperanza, y a vosotros os pagan pésimamente. Pero soy hojalatero. Traedme mi hojalata y mis herramientas y haré pequeños cachivaches que podéis vender en el mercado; y todos nos beneficiaremos”.

Los guardianes estuvieron de acuerdo, y al poco el hojalatero y ellos estaban obteniendo un beneficio, con el cual adquirían comida y bienestar. Entonces, un día, cuando los guardianes fueron a la celda, la puerta estaba abierta y el hojalatero se había ido.

Muchos años después, cuando se hubo demostrado la inocencia de aquel hombre, la persona que lo había encarcelado le preguntó cómo había escapado, qué sortilegio había usado.  Y él dijo:

“Es cuestión de diseño, y diseño dentro del diseño. Mi mujer que es tejedora encontró al hombre que había hecho las cerraduras de la puerta de la celda, y obtuvo de él su diseño; y lo tejió en la alfombrilla justo en el lugar donde mi cabeza daba durante las cinco oraciones del día. Soy un trabajador del metal, y este diseño me pareció como el interior de una cerradura. Ideé el plan de los cachivaches para obtener los materiales para hacer la llave: y me escapé”.»

 

Dentro de la cautividad de nuestras vidas contemporáneas, es posible escapar del programa de condicionamiento.

En la cultura y la sociedad humanas hay gente del destino. Son aquellas personas que eligen desarrollar toda su capacidad como seres humanos. Al principio se requiere que tales personas se conviertan en lo que se llaman buscadores. En cierta etapa cada buscador necesitará ayuda de un maestro (uno que haya recorrido antes el camino). Tales maestros pueden o no estar físicamente presentes durante la vida de una persona. La función del maestro es preparar al buscador para que sea capaz de reconocer su capacidad. Para empezar, el buscador debe entender cuánto de su pensamiento ordinario está limitado por el condicionamiento social. Hasta que se alcanza este punto, el verdadero entendimiento es imposible, y el buscador solo es apropiado para una u otra de las organizaciones sociales más habituales que siguen normas sociales rígidas.

Ya se ha dicho que nos hemos desconectado de nuestra Fuente. La psicología perenne nos lo recuerda, así como la separación de nuestro verdadero hogar. Como dice Rumi:

  1. Escucha al junco contar una historia,

afligiéndose por las separaciones:

  1. «Desde que me apartaron del cañaveral,

mi lamento ha hecho gemir a hombres y mujeres.

  1. Quiero un pecho destrozado por la lejanía,

para revelarle el sufrimiento del deseo del amor.

  1. Todo el que está lejos de su origen

desea regresar al momento de unión».[1]

 

De manera similar, se cita a Jesús diciendo: «Los zorros tienen sus madrigueras y los pájaros tienen nido, pero el hijo del hombre no tiene dónde descansar su cabeza» (Mateo 8:20). El ser humano no tiene un hogar real en este mundo. Empezar el viaje a casa nos costará todo lo que tenemos.

El poeta T.S. Eliot escribió que el amor «Cuesta nada menos que todo». Este es también el precio de la verdad: un precio que no se puede desaprovechar. He aquí una historia:

Una reina sabia contempló su reino. Estaba contenta sabiendo que había dedicado su vida al servicio de su tierra y su gente. El reino había crecido en estabilidad y armonía. Pero la reina estaba preocupada porque alguna gente se había hecho complaciente. Decidió que anunciaría una competición. Daría una bolsa de oro a la persona que pudiese mostrar la cosa más inusitada.   Pronto se extendió la voz por el reino y durante las siguientes semanas la gente llegó de cerca y de lejos a la corte de la reina para mostrar su «cosa inusitada». Había gente que caminaba sobre las manos o bailaba de las formas más insólitas. Una persona tocaba como si fuera una flauta a través de sus dedos ondeantes; otra cantaba como un ruiseñor mientras que una tercera trinaba como un sinsonte. La reina disfrutó del espectáculo, pero nada se acercó a ser lo más inusual.

       Finalmente, un día un anciano entró en la corte y declaró que él podía enhebrar una aguja desde treinta metros. La reina levantó las cejas con incredulidad. Indudablemente, si el viejo pudiese conseguirlo, sería la cosa más insólita. En consecuencia, se permitió al anciano entrar en una de las torres del patio. El anciano se colocó cuidadosamente en una ventana que estaba treinta metros por encima. Abajo, en el patio, en la base de la torre, estaba de pie una dama de la corte de la reina sosteniendo entre los dedos una aguja de plata. Después de una larga espera, el viejo finalmente soltó el hilo, que cayó lentamente al suelo y, para estupor de todos los presentes, entró directamente a través del ojo de la aguja. La corte, estupefacta, vitoreó al anciano. 

Tan pronto como el anciano hubo descendido de la torre la reina le hizo entrega de su premio: una bolsa llena de oro. «Dime», dijo la reina. «¿Cómo conseguiste esta hazaña de lo más inusual?»

«Alteza», replicó el anciano con cierto orgullo, «he estado practicando esto toda mi vida. Durante más de cincuenta años he trepado a grandes árboles y he practicado a diario».

«¿Y tu familia, y tu trabajo?» inquirió la reina. El anciano sacudió la cabeza. «Estaba demasiado ocupado entrenándome para enhebrar la aguja como para preocuparme de esas cosas. Pero finalmente lo conseguí», dijo el hombre sonriendo. «Y ahora soy rico gracias a ello».

La reina le arrebató la bolsa de oro de inmediato. «Fuiste premiado con la bolsa de oro por tu inusitada proeza. Ahora te castigo por haber malgastado tu vida».

Y la reina hizo expulsar al anciano, a quien nunca se volvió a ver.

 

[1]La canción del junco, Mathnawi, parte primera. Editorial Sufi, 2003.

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