«Tu medicina está dentro de ti, y tú no la ves.
Tu dolencia viene de ti mismo, y tú no te das cuenta».
Hazrat Ali
«Haz de la humanidad tu morada».
Hariri
El propósito de la actividad de cualquier psicología perenne es promover el objetivo de su trabajo al mismo tiempo que el desarrollo humano. La gente que está básicamente interesada en sí misma por encima del Trabajo en curso no progresará más allá de las etapas iniciales. El trabajo que al principio comienza en uno mismo, si está alineado, llegará a ser indefectiblemente un trabajo para otros y para el Camino. Esta es la triple naturaleza de la psicología perenne: trabajar para uno mismo, para otros y para el contexto más grande del Camino. De este modo, se dice que la psicología perenne tiene una función evolutiva.
Es necesario que la persona que se acerca a este camino de conocimiento posea un mínimo de consciencia de sí misma. La autoobservación es un requerimiento mínimo, no un logro. Esta es la razón por la cual un camino de conocimiento es a la vez una ciencia interior y una entidad psicológica de enseñanza. Una característica particular del mundo moderno actual es que el conocimiento y el entendimiento de la psicología son conocidos y muy difundidos. Este conocimiento básico proporciona un lenguaje para los términos técnicos que previamente se transmitían a través de la «sabiduría popular». Históricamente, conceptos como obsesión, sistema de creencias, condicionamiento, alucinación, falso yo, etcétera, se mantenían mediante tradiciones comunes tales como cuentos, historias, leyendas y chistes. Por ejemplo, mucha gente puede reconocer una fábula de Esopo, como la carrera entre la liebre y la tortuga, pero poca gente entiende cómo operan estos cuentos mediante una función específica.
De manera similar, hoy día tenemos un entendimiento actualizado de cómo funcionan los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho. Existe un lenguaje psicológico y neurológico para explicar cómo ambos hemisferios izquierdo/derecho procesan la información y el conocimiento. Con anterioridad, no era algo comúnmente conocido; no obstante, ciertos cuentos y chistes se utilizaban para provocar y fortalecer el funcionamiento cerebral hemisférico. No se hablaba de ello, pero aquellos que sabían aplicaban el conocimiento subyacente. Esto no es sino un breve ejemplo de como la psicología perenne ha estado operando a través de las culturas humanas.
Los modos, prácticas y procesos de las actividades místicas (esotéricas) están empezando a entenderse mejor. Esto incluye técnicas para entrenar la intuición, tales como prácticas de meditación, posturas y movimientos corporales, artes marciales, mantras, ejercicios de visualización, oración profunda, y demás. Todas comparten una base psicológica común: actúan estimulando el hemisferio derecho del cerebro humano. Una conexión correcta y funcional entre los dos hemisferios constituye un «órgano de percepción» que está presente en todo el mundo pero infradesarrollado en la mayoría. Ciertas prácticas y ejercicios, por ejemplo, pueden desencadenar estados específicos de consciencia que a continuación afectan las estructuras biológicas. En términos generales, una mente humana que funciona en mayor grado a través de la integración hemisférica izquierda/derecha puede procesar una forma realzada de percepción. Es por ello que muchas técnicas antiguas incluyen historias, cuentos y alegorías que sirven para estimular y activar el funcionamiento del cerebro izquierdo/derecho, a partir del cual puede surgir una consciencia más integral (es decir, una cognición avanzada).
La percepción normal «cotidiana» que la gente procesa representa una relación lineal, horizontal, con el mundo exterior. Esto ha servido para desconectar a la humanidad de una relación más participativa e integral con el entorno cósmico. La psicología perenne opera dentro de una realidad de una hondura y una magnitud más profundas. El camino perenne es tanto un fenómeno cultural como una ciencia psicológica diferenciada.
La actividad psicológica tal y como se aplica generalmente es para el «yo secundario» burdo y condicionado y no para el ser esencial. Esta psicología aplicada opera dentro del dominio social, a menudo en asuntos relacionados con la falsa personalidad. El contacto con una fuente genuina de psicología perenne aspira en primer lugar a estabilizar este yo secundario y a integrarlo en la sociedad. En esta etapa es importante no confundir las respuestas emocionales con «experiencias más elevadas», lo que puede suceder a menudo. Este fenómeno ha sido fundamental para el aumento de cultos a lo largo de los años. Recientemente, una respuesta desequilibrada a lo que la gente cree que son sus propias «experiencias más elevadas» también ha avivado la industria terapéutica. Es importante que la persona se ocupe de los asuntos terapéuticos o la necesidad de participar en cultos, antes de acercarse a una fuente genuina de enseñanza. Cualquier cuerpo de conocimiento verdadero opera a través de una ciencia de psicología humana altamente desarrollada; no importa lo que podamos pensar, no podemos engañarla ni engañar a nuestros yos verdaderos.
La importancia que el camino perenne tiene en el desarrollo interno lo hace compatible con formas modernas de psicoterapia. Según el destacado psicólogo Robert E. Ornstein, en su libro de texto La psicología de la conciencia:
«Dentro de la psicología moderna se está abriendo paso una nueva síntesis que combina las inquietudes de las tradiciones esotéricas con los métodos de investigación y la tecnología de la ciencia moderna. Complementando y alimentando este proceso, un enfoque realmente contemporáneo de los asuntos de la consciencia está surgiendo de las propias tradiciones esotéricas».[1]
Tanto el camino perenne como la psicología moderna se ocupan de asuntos similares, incluyendo la necesidad humana fundamental de sentido. Muchas instituciones socioculturales modernas han dejado de ser capaces de explicar o proporcionar un sentido. Esta falta de sentido en la vida moderna puede estimular a una persona a buscar un camino de desarrollo interno así como desencadenar estados de desesperación o hastío.
Una distorsión de la realidad puede ocasionar un sentimiento de desánimo y desesperación. En casos extremos, estos estados pueden transformarse en fantasías e ilusiones malsanas. Lo que es cierto para el individuo lo es para la sociedad. Es decir, toda una cultura ‒incluso toda una civilización‒ puede quedar a merced de sus propios puntos de vista distorsionados y sus engaños asociados. La psicología perenne afirma que la humanidad está psicológicamente «enferma» porque la gente generalmente es incapaz de percibir realmente quién es y cuál es su situación. Esta es la razón por la cual, en términos técnicos, se dice que está «ciega» o «dormida» ya que sus capacidades más elevadas permanecen latentes e infradesarrolladas. Para la persona promedio la vida consiste en manifestar aptitudes inferiores tales como codicia, deseo, y necesidad de atención y estimulación emocional.
En las tradiciones místicas perennes el desarrollo de la necesaria percepción se suele denominar «despertar», y la propia percepción «conocimiento». La ciencia del despertar es el objetivo de la psicología perenne y se dice que, de una u otra manera, ha estado con la humanidad durante miles de años. La psicología perenne nunca ha estado totalmente ausente de la vida humana, si bien no siempre ha estado tan fácilmente disponible. Es un camino que debe buscarse; no busca al buscador; ni se puede ofrecer buenamente a cada persona por igual.
El conocimiento se enseña de acuerdo con las necesidades de cada cultura determinada en la cual opera. La forma de su presentación/transmisión es lo que puede llamarse un «vehículo cultural», que no debe confundirse con el contenido. Como reza la célebre frase del sabio persa Rumi: No te fijes en mi forma externa, toma lo que está en mi mano. Como dijo un maestro reciente: no estudiamos la vida de los animales mediante la piel muerta que dejan tras de sí, de modo que ¿por qué hacerlo para estudiar un conocimiento viviente? En nuestra manera habitual de pensar no reconocemos que el rango de percepción humana es tan limitado; o que el nivel normal de experiencia excluye una dimensión significativa de la realidad. Por esta razón, el camino perenne enseña que el propósito de la vida humana reside más allá del rango perceptivo de la persona ordinaria: el objetivo de la enseñanza genuina es ampliarlo. Por lo tanto, uno de los primeros pasos es reconocer y aceptar que las ideas y los puntos de vista acerca del mundo son solo descripciones del mismo. Se precisa que las facultades de percepción latentes sean estimuladas. He aquí una anécdota reveladora:
«Érase una vez cierto país donde la gente nunca había oído los sonidos emitidos por un receptor de radio. Me iban a traer un equipo transistorizado y mientras esperaba que llegase intenté describírselo. El efecto general fue que la descripción fascinó a algunos y enfureció a otros. Una minoría se volvió irracionalmente hostil acerca de las radios. Cuando por fin mostré el equipo, la gente no podía establecer la diferencia entre la voz que salía del altavoz y la de alguien cercano. Finalmente, al igual que nosotros, se las arreglaron para desarrollar la discriminación auditiva necesaria. Y cuando después les pregunté, todos juraron que lo que habían imaginado por las descripciones de la radio, por concienzudas que hubiesen sido, no se ajustaba a la realidad».[2]
La psicología perenne contempla la vida ordinaria como si fuese un estado de trance. En este estado de consciencia restringida y comportamiento condicionado la persona funciona dentro de una infraestructura de papeles socioculturales y cognición básica. En términos técnicos, se la conoce como una realidad menor, llena de fantasías, ilusiones, y delirios. Podemos referirnos a esta vida de consciencia parcial como un estado de «disfunción adecuada», en la medida en que una persona, mientras está en ese estado, puede hacer la mayoría de las tareas necesarias para una vida normal. No obstante, al mismo tiempo, la persona no sospecha que ese estado es incompleto, y por lo tanto disfuncional. La condición humana está velada para la persona ordinaria. Cualquier caso no solicitado de despertar momentáneo se considera generalmente una anomalía.
Al contrario de lo que la gente pueda creer, desarrollar la capacidad para una percepción más elevada es nuestra responsabilidad individual. Es similar a una persona que viviese toda su vida en el extranjero, en un entorno ajeno, sin molestarse en aprender nada de la lengua local. En ese estado, debido a su dependencia de patrones condicionados de pensamiento y percepciones limitadas, la persona ordinaria permanece «dormida». Por consiguiente, cualquier experiencia de realidad está igualmente restringida.
La psicología perenne afirma que el desarrollo de las capacidades perceptivas latentes no solo es vital para el bienestar y la felicidad, sino que es el principal objetivo de la fase actual de la existencia. En otras palabras, forma parte del esfuerzo evolutivo vigente. Como en la cita que abre el primer capítulo, si en esta vida hacemos todo lo demás pero no esa «cosa» en concreto, en tal caso no habremos hecho nada.
Como se ha indicado, en el mundo actual el conocimiento y el entendimiento psicológicos son conocidos y generalizados. Un camino perenne coincide con aspectos de la psicoterapia moderna, ya que ambos trabajan para cambiar los patrones automáticos de pensamiento y percepción. Estas cuestiones a menudo subyacen tras muchos de los padecimientos de la sociedad moderna. La psicología perenne ha trabajado durante milenios con estos desequilibrios humanos, con frecuencia sin que lo supiesen las prácticas ortodoxas convencionales.
Las tradiciones perennes tienen una comprensión profunda y sofisticada de la percepción y de su relación con la cognición y la psique humanas. No son un sistema terapéutico, aunque la disminución o la erradicación del desequilibrio mental/emocional sea un subproducto del desarrollo interno. Como cualquier ciencia válida, las tradiciones de sabiduría requieren de un entrenamiento y un conocimiento especiales para obtener resultados creíbles. En el camino perenne nada es aleatorio, ¡excepto la personalidad humana!
La ciencia moderna tiende a ignorar, en gran medida, el hecho de que la consciencia y la percepción correctas son fundamentales para la vida humana. El conocimiento de uno mismo y una autoobservación equilibrada son la base para un desarrollo interno consciente. Sin un grado mínimo de autoconsciencia la persona es incapaz de salir de los pensamientos y las creencias condicionadas. Un principio primordial del camino perenne es que la realidad, tal como la percibe habitualmente una persona promedio, es una distorsión. También, que muchos sufrimientos y angustias de los humanos aparecen como resultado de creer y apoyar esta visión distorsionada. Las tradiciones de sabiduría perenne han existido para proporcionar al ser humano medios para percibir el sentido de la vida y el propósito más elevado de la existencia. El verdadero sentido es en esencia una cuestión de percepción. Según la tradición perenne, el conocimiento que procede de la percepción elevada permite a la persona saber el sentido de la vida humana, tanto en términos de lo micro (los eventos de la vida de una persona) como de lo macro (el destino de la raza humana). En resumen, el desarrollo de una capacidad de percepción elevada, inherente a los seres humanos, es vital para su felicidad. Este hecho casi nunca se reconoce.
La fase reciente de la civilización humana, en particular en occidente, ha desarrollado culturas orientadas psicológicamente. Debido a ello, las manifestaciones genuinas de las tradiciones perennes que están operativas en el hemisferio occidental utilizan la forma y la apariencia de enseñanzas psicológicas. Las tradiciones de sabiduría genuinas siempre han buscado desarrollar en el individuo humano conocimiento consciente y capacidades de percepción. Lo que pasa es que, dentro de la civilización humana, a menudo forman parte de corrientes religiosas y espirituales y por consiguiente hacen uso de su vocabulario y terminología técnica apropiados. No obstante, el principal objetivo es que el individuo obtenga la capacidad de percibir la realidad que subyace al mundo fenoménico de la experiencia ordinaria.
Por reiterarlo, estas formas modernas de camino de sabiduría perenne utilizan términos tales como que la mayoría de la gente está «dormida». Esto hace referencia a que la consciencia cotidiana de una persona está ocupada, o programada, por patrones de pensamiento, creencias e ideas; son constructos que, capa sobre capa, llegan a crear la personalidad humana. Cada personalidad se condiciona de acuerdo con las normas socioculturales, costumbres, y regulaciones del entorno inmediato (incluyendo la autoridad gubernativa). Estos programas culturales ayudan a cultivar las identidades regionales y nacionales que a continuación son socialmente manejables a fin de mantener y estabilizar las grandes comunidades humanas (tales como los estados nacionales). A lo largo de su vida las personas son afectadas, y por tanto influenciadas, por una amplia gama de condicionamientos socioculturales que les acompañan hasta su muerte física. Estos impactos externos (programación) bloquean la mente para recibir niveles de percepción más sutiles. Es decir, sirven para ocupar la mente como una forma de «secuestro mental». La función de la enseñanza perenne es «desbloquear» estos impactos y obstáculos a fin de liberar la mente para un desarrollo y una cognición mayores. Solo entonces la persona podrá percibir el verdadero significado de la vida humana en los niveles micro y macro. Una forma básica y generalizada de esta percepción en la gente es a lo que nos referimos como intuición.
La intuición es la facultad de saber sin usar el proceso racional. A veces se denomina saber indirecto o cognición directa. Esta forma de saber –un conocimiento directo de la Realidad– es lo que la enseñanza perenne pretende cultivar. Las facultades de la razón, por otra parte, son los procesos humano-céntricos inferiores.
El camino perenne constituye un sistema integral que requiere un contexto cultural correcto en el cual operar. Como ya se ha indicado, esto incluye el tiempo apropiado, la cultura adecuada, y la gente correcta. Todos estos elementos juntos conforman un sistema funcional integral que opera como un todo; separar sus partes destruye su funcionalidad. Esto se parece al chiquillo que desmembró una mosca y a continuación se preguntaba adónde se había ido.
La tradición perenne también tiene en cuenta si una cultura determinada está lista o preparada para una transmisión concreta. Puede que una cultura esté madura para una transmisión (siembra) y que la activación (cosecha) llegue más adelante o tras varias generaciones futuras. Puesto que la psicología perenne es una ciencia para el desarrollo, y no un dogma o una técnica rígida, debe dar respuesta y operar dentro del entorno sociocultural más amplio: no existe de manera aislada. Como indica la cita que aparece al inicio de este capítulo: «Haz de la humanidad tu morada» (Hariri).
Con el paso del tiempo la gente, incluyendo diversos «buscadores de la verdad», se ha quejado de que los caminos de sabiduría son difíciles de encontrar o deliberadamente ambiguos o evasivos. Merece la pena tomar nota de que son las escuelas comerciales, y a menudo superficiales, las que son sencillas de encontrar y fácilmente accesibles. Las tradiciones genuinas de sabiduría perenne no hacen proselitismo; tampoco predican ni hace propaganda. En muchos casos, no son conocidas públicamente, y puede que de hecho algunas no estén operando como caminos de enseñanza. Lo que la mayoría de los sistemas no tiene en cuenta es que el camino perenne solo es para quienes ya llevan vidas sociales equilibradas y estables. Reitero que el camino de sabiduría no es una terapia. Aquellos que son capaces de obtener satisfacción de la vida cotidiana y de los asuntos mundanos no buscan la compensación de un camino de desarrollo. Es decir, esa gente puede satisfacer su necesidad de atención a partir de la vida corriente. Una vez que esa «energía de atención» se ha satisfecho, la persona es más apta para aproximarse a un camino de aprendizaje. La psicología perenne no existe para entretener a los individuos, eso se puede dejar en manos de los gurús pintorescos del mundo. Su presencia cumple una función útil puesto que criba aquella gente que busca «iluminación fácil» de quienes tienen capacidad de ver más allá.
A menudo, la necesidad de estar socialmente equilibrado y estable se infravalora, o en casos extremos se ignora por completo. Merece la pena señalar que la codicia hace que la persona crea cosas que normalmente no creería. Lo mismo es aplicable a la avidez en asuntos «espirituales». Un cambio en el estado de consciencia de una persona puede malinterpretarse, desorientar o incluso ser peligroso, si la persona no está adecuadamente preparada. El resultado más básico para una persona no preparada es que puede aumentar su egocentrismo y sentido de superioridad. En otros casos puede dar lugar a paranoia. Otras características que se pueden poner de manifiesto en personas no preparadas son el autoengaño, las fantasías de grandeza y el pensamiento mágico. La historia está plagada de esos casos, incluso cuando tales atributos son aplaudidos por la sociedad donde operan.
El aspirante a estudiante debe cuidarse de no desperdiciar energía persiguiendo lo exótico, lo deleitoso, lo fácilmente accesible, y los estímulos más glamurosos. Una página web brillante es menos probable que conduzca a un estado permanente de percepción elevada. Una enseñanza perenne genuina no aparecerá revestida con los atuendos de una cultura ajena. Aparecerá en tu umbral, y de la manera más inesperada. Parecerá normal; incluso puede que «aburrida». Las tradiciones de sabiduría perenne operan a través de canales culturales abiertos de acuerdo con su ubicación y sus normas sociales. En la actualidad probablemente incluyan la comprensión psicológica occidental. Es dentro de este contexto donde a cualquier estudiante potencial se le ofrecen los medios para prepararse.
[1] Ornstein, R. E. 1972. The Psychology of Consciousness. San Francisco: W. H. Freeman & Co., pag. 244 (versión en español: Orstein R. 1993. La psicología de la conciencia. Una exploración del comportamiento humano. EDAF)
[2] Shah, Idries. 1995. The Magic Monastery. London: The Octagon Press, pag. 116 (versión en español: Shah, Idries. 1997. El monasterio mágico. Barcelona. Ediciones PAIDOS.)