«El mundo no tiene ser salvo como apariencia;

Su condición, de principio a fin, es la de un deporte y un juego».

Shabistari

 

El viento de la gracia de Dios siempre está soplando, pero tú debes izar tus velas.

Vivekananda

 

Hoy en día el término «espiritualidad» es más o menos superfluo en relación con su valor esencial. Se presenta con un exceso de bagaje cultural y presunciones asociadas. También se ha convertido en algo sumamente comercializado, especialmente desde el final del siglo veinte. Su uso tiene que ver aquí con unacomprensión general de percepciones avanzadas que conducen a un entendimiento ampliado de la Realidad. Cualquier lenguaje que se use es, por supuesto, secundario al fenómeno que se describe o está implícito. Ciertas palabras dejarán de ser populares y, en su momento, serán reemplazadas por otras, como suele suceder a menudo. Pero lo que se refiere a los asuntos del espíritu se ha debatido, y nos hemos ocupado y hablado de ello, desde tiempo inmemorial. Tales conceptos «espirituales» han sido descritos como misticismo, esoterismo, ocultismo, metafísica, etcétera. Como ya se ha mencionado con anterioridad, a lo largo de los siglos han operado diversas enseñanzas incluyendo el hermetismo, el gnosticismo, la alquimia, la Cábala, lo mágico/oculto. También han estado funcionando a través de canales culturales desconocidos o insospechados: «Mediante estos instrumentos divinos las verdades interiores del Santuario se introdujeron en cada nación y se modificaron simbólicamente de acuerdo con sus costumbres, capacidad para la instrucción, clima y receptividad».[1]

El camino perenne también ha operado a través del subcontinente indio con su literatura védica (el Rigveda, los Bráhmanas, los Aranyakas, y los Upanishads); así como a través de algunas escuelas griegas (platonismo; pitagorismo; neoplatonismo). Fue notoriamente activo a través del sufismo durante gran parte de la Edad Media (aunque la palabra «sufismo» fue acuñada por un erudito alemán en el siglo diecinueve). Más recientemente, bajo distintos nombres, ha estado presente en diversos caminos de desarrollo psicológico.

Durante mucho tiempo, se ha reconocido que los asuntos que conciernen al desarrollo de la percepción pertenecen en general al misticismo, porque en gran medida tal comprensión no es accesible al intelecto. El misticismo, así como ciertas formas religiosas, atañen a una percepción de lo sagrado; por consiguiente las estructuras religiosas se usaron, a menudo, como vehículos y contextos históricos dentro de los cuales diseminar impulsos de desarrollo según sus normas socioculturales específicas. Como se ha señalado, la sabiduría genuina es un componente activo separado de las formas, estructuras e instituciones a través de las cuales puede elegir operar. Un camino de desarrollo sincero está libre de los dogmas existentes en todos los lugares y todas las épocas.

Durante las épocas de tiranía religiosa y política, con frecuencia la psicología perenne continuó su enseñanza de una manera más clandestina. Para permanecer operativa, eligió trabajar a través de las instituciones más ortodoxas y establecidas del momento, adhiriéndose a protocolos externos. Eruditos o investigadores de estas instituciones conocidas encuentran con frecuencia huellas de estas enseñanzas e ingenuamente asumen que la institución ortodoxa tiene una faceta «mística» fija.  Cometen un error al no reconocer que la institución en sí misma estaba siendo utilizada temporalmente como soporte (como un paraguas de protección) para la transmisión de una corriente genuina de sabiduría. En ocasiones, investigadores convencionales han descrito a algunos maestros perennes notorios como representantes de estas instituciones ortodoxas y no, como es el caso, actuando más allá de las apariencias.

Las apariencias han sido populares entre los buscadores laicos. Especialmente los occidentales tienden a orientalizar en exceso residuos de enseñanzay a asociarlos rápidamente con una variedad de clichés comerciales, como gurús con túnicas, abalorios, incienso, extrañas dietas exóticas, y rituales orientales tales como girar y puede que ¡hasta aullar! Estos clichés existen porque sus remanentes y vestigios aún lo hacen, pero no son sino las sobras de lo que antaño fue una actividad evolutiva. A menudo, en manos de gente inculta, se convierten en el vehículo para sectas y empresas comerciales que juegan con la necesidad de atención de la gente.

Estos remanentes sobrantes son obsoletos y no deberían confundirse con una forma contemporánea de psicología perenne. En el mejor de los casos son fragmentos alejados de lo que alguna vez fue un sistema funcional de desarrollo humano. Como ya se ha dicho, un camino perenne genuino utiliza formas y métodos adecuados al tiempo y la cultura en los cuales opera actualmente: al igual que un chef profesional usa ingredientes «locales» y «de temporada» y no importa componentes ajenos al paladar del degustador del lugar. Desafortunadamente, la mayor parte de lo que se reconoce popularmente como perteneciente a un camino perenne es una raída colección de fragmentos del pasado fusionados y empaquetados de forma atractiva. Como reza la frase: el perro puede ladrar, pero la caravana sigue adelante.

 

***

 

El ser esencial no tiene deseos mundanos; la personalidad social es la que colecciona y alberga tales deseos secundarios. Dentro del campo de las percepciones avanzadas no hay lugar para deseos y satisfacciones personales. Esos vestigios pertenecen a un modo de existencia más burdo.  En general, los caminos religiosos y seudoespirituales han resaltado el condicionamiento emocional. La codicia también ha sido un factor dominante en algunos caminos «espirituales», incluso cuando se disfraza de motivación. A menudo, el deseo de querer mucho a cambio de dar poco es una forma no reconocida de codicia interna.

La función de un camino genuino de sabiduría no es suministrar satisfacción personal. Las necesidades emocionales no son competencia del camino evolutivo: deben satisfacerse previamente a través de los sistemas e instituciones sociales y culturales. Escuelas de sabiduría y religiones deterioradas funcionan en ese dominio inferior de suministrar apoyo social y emocional, a menudo para confusión de los aspirantes a buscadores que todavía son incapaces de verificar una fuente genuina. O, lo que a menudo es el caso, las personas están buscando satisfacciones superficiales a pesar de reivindicar lo contrario. Es notorio que mucha gente que vive vidas equilibradas y plenas no se inclina por instituciones religiosas o similares.

En la mayoría de las culturas occidentales no se entiende bien el papel de la emoción. La complacencia emocional a menudo se considera un rasgo deseable, incluso saludable. Se entiende bien que si una persona come demasiado llegará a tener sobrepeso lo que acabará por conducirla a la obesidad. De manera similar, la indulgencia emocional puede conducir al engrosamiento excesivo de los centros emocionales de la persona. En occidente, muchos impactos culturales están altamente cargados de emoción, a menudo deliberadamente. Demasiada cantidad de esta «rica ingesta» puede llevar a un desequilibrio emocional (y mental), confusión y desorientación. Un breve vistazo a las sociedades occidentales demostrará que ya existe un gran desequilibrio emocional. Semejante desequilibrio afecta a la capacidad de la persona para constatar los impactos genuinos de naturaleza beneficiosa, como aquellos que contribuyen al desarrollo interno. Esta es una de las razones por las cuales los caminos seudoespirituales, el «guruismo», y la explotación y el consumismo espiritual están tan generalizados. Cuando uno carece de los medios para verificar convincentemente el papel y la función de una enseñanza, resulta vulnerable a la manipulación y las agendas falsas. Esta información no es nueva: se conoce desde hace miles de años. Hoy día, sin embargo, disponemos del lenguaje y los fundamentos psicológicos gracias a los cuales podemos entender mejor estos conceptos. Hasta que uno disponga de lo necesario para observar con calma ‒y si es necesario modificar‒ su comportamiento, permanecerá a merced de los impactos y estímulos que pueden no ser los que más le beneficien.

Lo mismo se puede decir del papel del intelecto. Su condición a menudo se exalta injustificadamente ya que, en muchas de nuestras sociedades, características tales como la inteligencia, el ingenio y el escolasticismo se consideran como virtudes. Como resultado de ello, el intelectualismo y las actividades mentales se han convertido en tendencias dominantes, lo que conduce al exceso y el desequilibrio. La complacencia excesiva con los estímulos emocionales e intelectuales puede obstaculizar el conocimiento objetivo. He aquí un relato a tener en cuenta:

«Había una vez un comerciante que tenía una esposa de gran delicadeza y belleza inigualable. Desafortunadamente, llegó un momento en el cual el mercader se topó con serias dificultades financieras y se vio reducido al límite de la pobreza.  La razón de sus dificultades era que muchos de sus deudores no le pagaban lo que le debían.

       Entre sus principales deudores estaba su mejor amigo, un mercader adinerado que había progresado hasta su estado actual gracias a su frutería, y que le debía mil monedas de oro. El mercader estaba seguro de que su amigo le ayudaría en estos momentos de adversidad y necesidad devolviéndole la deuda. Con esto en mente, se acercó a su bella esposa y le pidió que visitase a su acaudalado amigo y le solicitara que le reembolsase las mil monedas de oro. La mujer estuvo de acuerdo y enseguida partió para hablar con el rico mercader. Cuando llegó ante él, este la recibió cortésmente como su invitada, pero al escuchar su petición de reintegro, de inmediato empezó a pedir disculpas. Y a continuación dijo que pagaría la deuda solo si antes la bella esposa satisfacía sus deseos. Ella rehusó hacerlo, volvió a su hogar de inmediato y le contó a su esposo todo lo que había pasado.

       El marido, al escuchar la narración de su esposa se horrorizó y le dijo que fuese al juez local, quien originariamente había sido un calígrafo, y suplicara justicia contra el acaudalado mercader, forzándole a pagar su deuda.

       El juez local, al ser abordado, le dijo a la bella esposa que sin duda alguna haría lo que le pedía, pero solo si ella aceptase satisfacer sus deseos. La mujer rehusó y volvió para contar a su marido lo que había pasado.

       Afligido por la conducta del juez, el marido le dijo a su mujer que debía ir donde el gobernador, quien previamente había sido soldado, y le pidiera que interviniese y forzase al juez a comportarse correctamente. Es una lástima que el gobernador no fuese mejor que los otros dos, y le dijese que solo la ayudaría si antes le complacía. La mujer rehusó y volvió con gran pesar a informar a su marido de todo lo que había pasado.

       Llegados a este punto, la mujer no sabía qué hacer, pero mientas estaba ponderando el asunto, llamaron a la puerta. Cuando abrió se encontró con el único sirviente que les quedaba: el vigilante nocturno. Ella y su marido le habían mantenido porque era el único que permanecía despierto cuando todos los demás dormían. El vigilante nocturno le dijo que se había enterado de lo que había pasado y sentía que podía ayudarla; y le sugirió que sus problemas podían resolverse adoptando un determinado plan de acción, pero que ese plan debía de ser astuto. 

       Explicó el plan a la mujer, quien al poco envió un mensaje al rico mercader diciéndole que si venía a sus aposentos mientras su marido estaba fuera, ella estaba dispuesta a satisfacerle. El acaudalado mercader vino de inmediato, pero justo en el momento que hubo terminado de quitarse toda la ropa, el vigilante llamó a la puerta. La mujer hizo todo tipo de aspavientos de alarma, diciendo que era su marido, e indicó al mercader que se metiese de un brinco en una caja y se escondiese. Al mercader no le hizo falta una segunda proposición y rápidamente saltó dentro de la caja. A continuación la mujer hizo lo mismo con el juez y el gobernador, y ambos fueron encerrados en cajas separadas.

       La bella esposa fue adonde el rey de aquel país, le explicó su difícil situación y le pidió ayuda para que los tres hombres fuesen castigados y la deuda de su marido pagada. Habiendo escuchado aquella historia tan inverosímil, el rey expresó incredulidad y pidió pruebas. Inmediatamente la mujer hizo que trajesen las tres cajas ante el rey y que las abriesen en su presencia para poner al descubierto a los tres hombres desnudos. El rey de inmediato se dio cuenta de que la mujer había dicho la verdad y rápidamente multó a los tres hombres. Con los ingresos pagó las deudas del pobre mercader, y luego degradó a los tres infractores, de manera que se vieron reducidos a ser de nuevo un frutero, un calígrafo y un soldado».

 

Según la tradición, este relato representa todos los aspectos de los mecanismos psicológicos de una persona. El mercader pobre representa el yo combinado de uno mismo. La esposa puede considerarse como su esencia: esa parte de uno mismo que se ocupa de la verdad. El frutero representa la parte emocional apegada a las cosas del mundo; el calígrafo representa el intelecto; y el soldado es el principio físico organizador. El rey representa la intervención externa. Una vez que los «tres hombres» (los tres aspectos de uno mismo) han sido rebajados a su estado original, y se ha pagado la deuda, a partir de entonces ‒como se suele decir‒ todos vivieron felices para siempre. Del mismo modo, dentro de una persona, sus aspectos emocional, intelectual y físico, están desequilibrados, y es difícil que la persona «prospere». Atender con equidad a la verdad (la esposa) resulta aún más difícil. Es muy fácil que a los aspectos emocional, intelectual y físico «se les suban los humos a la cabeza» y abrumen la armonía original del ser de una persona. En tal estado, aprender correcta y equilibradamente en un camino interior es casi imposible. La función de la psicología perenne es abordar estos asuntos dentro de cualquier aprendiz potencial; de ahí la necesidad de lidiar con el condicionamiento social de una persona así como con la armonía de sus estados emocional, intelectual y físico.

El camino de la psicología perenne es sutil y aparentemente proporciona pocas cosas en forma de guías tangibles o ritualistas. No entusiasma ni se promociona; no se requiere una conducta extraña ni excéntrica, Un camino genuino de conocimiento es la auténtica esencia de la normalidad dentro de la cultura en la que opera.

Se dice que los seres humanos tienen tres maneras posibles de funcionar. La primera es el tipo normal de vida condicionada, que se produce a partir de una mezcla de cultura y entorno, así como de los sistemas morales y los valores específicos, entre los que se incluyen los sistemas de creencias como la religión y las ideologías sociopolíticas. Recientemente, ideologías dominantes como el racionalismo, el industrialismo y el capitalismo han representado estos sistemas de valores condicionados. La verdad de la situación es que aunque una persona crea que se está comportando y pensando de acuerdo con lo que siente que son sus creencias y sus convicciones más profundas, de hecho solo está representando su programación cultural particular. En este tipo de vida, una persona no es capaz de percibir que no sabe quién es ni cuál es su propósito. En lugar de tratar de afrontar esta ceguera, la gente buscará distraerse aspirando a lo que cree que son objetivos significativos, sin darse cuenta de que realmente son insustanciales. Se pueden encontrar ejemplos en todos los sistemas, eventos y entretenimientos sociales, culturales y educacionales.

La siguiente manera de funcionar es mediante una respuesta reactiva a las normas culturales; es decir, buscando activamente una expresión de rebelión. La gente cree que tales manifestaciones son moralmente significativas y tienen mérito; y puede creer que está «plantando cara» mientras que es posible que solo esté reforzando otra posición de condicionamiento, y también fortaleciendo su falsa personalidad y su ego. Ejemplos de esto pueden encontrarse en estilos de vida «alternativos», en modas extremas y en identificaciones subculturales. Una expresión histórica reciente se puso de manifiesto en las diversas acciones revolucionarias de los años 60, incluyendo la generación hippy «flower-power» y las protestas estudiantiles.

El tercer modo de funcionamiento humano consiste en una percepción objetiva que aporta consigo conocimiento real. Este tipo de existencia está operando todo el tiempo, y pasa desapercibida para la mayoría de la humanidad. Se puede decir que somos como el pez que busca en el mar el misterio ilusorio del agua. Este modo rara vez se percibe debido a la dependencia de los dos modos de condicionamiento cultural previamente descritos. El aumento de la percepción de esta modalidad requiere que la persona observe, reconozca y actúe sobre niveles profundos de programación social; no entenderlo o admitirlo hace que tales programaciones profundas supongan un bloqueo instantáneo en el camino hacia una realización profunda. Aquí, el dilema que encara una persona es que el modo más refinado de funcionar no puede verificarse por medios ordinarios o por aquellos filtros que proporcionan los sistemas sociales y culturales. Las reglas del juego que programan nuestras vidas sociales no permiten que nos demos cuenta de estas maneras más refinadas de percepción: literalmente no forman parte del juego cotidiano. Pero se pueden confirmar en la vida ordinaria recibiendo información que no es posible obtener de otra manera. Históricamente algunas de estas «intervenciones» se han catalogado de «milagros». Lo que podemos tomar por distorsiones de la realidad («anomalías») puede que, de hecho, sean una indicación de una Realidad más grande operando dentro de un modo menor de vida ordinaria.

 

En general, las sociedades humanas funcionan con una carencia de conocimiento y consciencia. Esto es evidente en lo que presenciamos a nivel global en forma de agresividad, inseguridad, guerras, inmoralidad, y actos infantiles de conducta competitiva. La política funciona consistentemente dentro del primer modo de operar. El primer paso que cualquier persona puede dar es hacerse consciente del patrón de pensamiento automático, y observar los valores socioculturales adoctrinados que limitan la percepción y la receptividad humanas. Al respecto, se pueden considerar tres fases:

  1. CONSCIENCIA – de nuestro dilema y perspectiva
  2. PREPARACIÓN – para entrar en el camino
  3. PERCEPCIÓN – la obtención de comprensión objetiva

 

La primera fase ‒consciencia‒ requiere autoexamen y observación del condicionamiento sociocultural y de la manera de comportarse del «falso yo». La segunda fase ‒preparación‒ tiene que ver con desarrollar la capacidad de recibir impactos más refinados diferentes de los más toscos. Esto implica distanciarse de las cosas provenientes de la vida cotidiana que distraen nuestra atención: nuestras opiniones, pensamientos inútiles, actitudes adquiridas, etcétera. La tercera fase ‒percepción‒ se recibe de acuerdo con la capacidad del individuo: se conoce como Verdad, y en ella no hay lugar para la creencia u otras características secundarias. De esto, no se puede decir nada más.

Al igual que toda experiencia y comprensión, el ámbito de la percepción más elevada se puede verificar, y así cada persona puede tener lo que se denomina una «experiencia espiritual»; pero tiene que adquirir la capacidad de observarla y verificarla por sí misma. La gente a menudo toma su propia carencia de experiencia como una prueba de su ausencia o su absurdidad. Está bien recordar que la gente incapaz de apreciar estas cuestiones debería abstenerse de juzgarlas.

La verdad no tiene una forma fija. No obstante, para percibir la Verdad más grande nos vemos obligados a trabajar mediante formas fijas, incluyendo nuestros yos corporales. Todas esas formas son limitadas en el sentido de que corresponden a un tiempo, un lugar y unos contextos variables. Todas las formas pertenecen a un mundo externo transitorio, y como tales no tienen permanencia. La civilización humana está llena de formas en condiciones variadas de existencia y declive. La gente se ha sentido invariablemente atraída por configuraciones en decadencia, sin comprender que su utilidad esencial ha dejado de operar. La atracción por la forma más que por el fondo cegará a la persona para recibir lo que de otra manera podría ser beneficioso para su crecimiento interno. Las formas son vehículos para la transmisión y deberían ser consideradas como tales. A este respecto, como todos los embalajes, en cierto momento perderán su utilidad, a menos que sean modificados y readaptados.

Por repetirlo, la psicología perenne ha operado a lo largo de las eras y a través de diversas formas, con variados nombres, y apariencias múltiples. La esencia de una fuente genuina de conocimiento permanece inequívoca, independientemente de su modo de expresión. Como se dice a menudo: «Cosas que aparentemente están en oposición, puede que internamente estén trabajando juntas».

El camino perenne reconoce que hay una correspondencia intencionada entre patrones y procesos en el cosmos, y eventos y acontecimientos (impactos) en el plano terrenal. Por encima de todo, el camino reconoce el equilibrio y la armonía entre lo trascendente y lo terrenal; entre lo de «arriba y lo de «abajo»; entre lo «interno» y lo «externo. Donde no hay armonía, gracia, no existe verdadera correspondencia,

La grandeza de la humanidad no reside en lo que ha conseguido, ni en lo que es, sino en aquello en lo que puede convertirse. El lector haría bien en recordar que el camino de la transformación interior no es una trayectoria recta; ni tampoco lo que se puede imaginar que es.

 

[1]Eckhartshausen, Karl von. The Cloud Upon the Sanctuary. 2016. Cádiz: Azafran Books.

 

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