El final del año 2019 ya está aquí: qué rápido ha llegado. Ha sido un año extraño, por decirlo suavemente ¿no os parece? Nada ha parecido real, sea lo que sea «real» en estos tiempos. Tengo la sensación que en algún lugar del camino nuestra realidad pasó de ser una obra de Broadway a una parodia de paseo marítimo. Por supuesto, el mundo que nos rodea es serio, pero al mismo tiempo está seriamente retorcido y deformado. En cierto modo, podemos decir que el cuerpo del mundo ha sufrido un esguince, tiene un tobillo torcido y desde entonces ha estado cojeando. Nuestra responsabilidad es tratar de erguirlo, de que vuelva a andar derecho. Y la única manera de poder hacerlo es que cada uno de nosotros camine erguido y derecho.
Hemos pasado un año descabellado en política, tanto en Europa como en Estados Unidos. Hemos tenido la desinformación y la propaganda del Brexit, el conflicto entre Rusia y Ucrania, el escándalo J. Epstein, y todo tipo de escándalos en los que tratan de convencernos de que quienes dirigen el show son sinceros. No queda otra que reírse (en parte porque nuestros conductos lagrimales están secos). Y siento que esta parodia de integridad no hará más que aumentar durante el 2020. Nuestros así llamados «líderes» son inmaduros; se comportan como niños malcriados en el patio de recreo. Quizá sean excelentes ejemplos del asunto del que hablo en mi ensayo de debajo: «La extensión artificial de la infancia». Como productos de un sistema que detiene y bloquea el crecimiento interior de la persona: somos testigos de cómo la gente crece en años pero no en madurez interior. Se diría que aparentemente nuestros sistemas han sido secuestrados para especializarse en detener el desarrollo del espíritu humano.
La Llamada que acude a nuestro encuentro es reparar las formas de fragmentación humana y unificar el ser humano, en armonía consigo mismo y con la fuente. En otras palabras, llevarnos de vuelta a Casa. Esa es ahora nuestra tarea. Y es cada vez más urgente teniendo en cuenta el aumento significativo de la disonancia exterior. Es hora de recordarnos a nosotros mismos que somos más fuertes y tenemos más poder de lo que a menudo nos damos cuenta. Mientras tengamos libertad, debemos ejercitarla. Como un músculo, que cuanto más ejercitamos más fuerte se hace. Esta es la libertad de elegir cómo queremos vivir; y lo que es importante: cómo escogemos pensar. La libertad mental y emocional es primordial, y nunca deberíamos permitir que otros nos la arrebaten. Si hay una «mente herida» deberíamos sanarla.
Pese a lo que pueda venir, yo miro hacia delante al año 2020, por la sencilla razón de que me veré obligado a seguir trabajando y compartiendo mis ideas. No hay tiempo para hacer una pausa. Ahora vemos con claridad que debemos centrarnos en conservar y refinar la calidad de nuestra consciencia individual. ¿Estáis conmigo?
Sigamos con nuestra conversación…
La extensión artificial de la infancia
Los primeros años de la infancia son años de formación durante los cuales los corazones y las mentes de las almas jóvenes se nutren y desarrollan. También es el periodo de escolarización obligatoria, una forma de programación social e informativa que nos llega mucho antes de que podamos convertirnos en adultos plenamente formados. Lo que hoy en día entendemos como formas «modernas» de escolarización comenzaron durante la era industrial en la cual el sistema de notas entró en vigor como una forma de calificación colectiva. Actualmente los estudiantes obtienen un 80 o un 75 o un 60, o un 45 como una señal de su capacidad[i].Nuestras instituciones y sociedades modernas miden el valor de un individuo de acuerdo con estas notas, que luego les siguen a todas partes durante el resto de sus vidas como una «marca de estatus». No es una coincidencia que el ascenso de las naciones industriales viese cómo surgía la escolarización obligatoria que servía para crear una población de trabajadores potenciales. Cuando se requieren trabajadores automatizados como engranajes en la maquinaria lo último que quiere el sistema son individuos creativos, visionarios con mentes propias. Se trata de un sistema social en curso que sigue a la persona durante toda su vida y al cual me refiero como la extensión artificial de la infancia[ii].
Muchas de nuestras escuelas, especialmente en el mundo «moderno», se han convertido en factorías de infantilismo, donde los niños son forzados a hacerse mayores sin crecer. Quizá no sea una coincidencia que la categorización formal de «adolescencia» llegase alrededor de la época en la cual la escolarización obligatoria se estaba consolidando en cuerpos estatales organizados. Es un hecho aceptado que la escolarización obligatoria de la era industrial tardía se basaba en el modelo prusiano. Se la ha criticado ampliamente como «un sistema educativo deliberadamente diseñado para producir intelectos mediocres, incapacitar la vida interior, negar a los estudiantes habilidades de liderazgo apreciables, y garantizar ciudadanos dóciles e incompletos: todo con el fin de hacer que la población general sea ‘manejable’».[1]
A una edad temprana, los niños se dividen por materias, grados y clasificaciones, expectativas autoritarias, y muchos otros medios sutiles, que cuando se combinan entre sí crean un sistema que desarrolla individuos separados, dúctiles y obedientes que son dóciles para adherirse a la vida de consumidor-colectivo que les espera. En aras del desarrollo de naciones económica y políticamente complejas, sería eficiente disponer de una población regulada, intelectualmente empobrecida, que se amoldase a la autoridad y aceptase su suerte en la vida. Una mente moldeada por test estandarizados y programada por aquiescencia forzosa parecería ideal a una élite gobernante.
William Torrey Harris, comisionado de educación de EE.UU. desde 1889 hasta 1906, declaró que la sociedad necesitaba una herramienta para desarrollar la alienación psicológica de manera que los niños pudiesen depender de una autoridad externa. La mejor forma de conseguirlo, decía, era dentro de pasillos oscuros y mal ventilados. En su Philosophy of Education (1906) escribió que:
El noventa y nuevo por ciento [de los estudiantes] son autómatas, cuidadosos de discurrir por los senderos prescritos y las costumbres recomendadas. No se trata de un accidente sino del resultado de una educación sustancial que, definida científicamente, es la subsunción del individuo. …El gran propósito de la escuela puede realizarse mejor en lugares oscuros, mal ventilados, feos… La escuela debería desarrollar el poder de retirarse del mundo exterior.
Es una mentalidad que sabe que, desarrollando entre los niños la alienación individual, es más fácil para ellos hacerse cargo de los empleos triviales en un mundo desmotivado, dando vueltas a las hamburguesas o empaquetando cajas. Tal tipo de existencia puede tolerarse mejor sin una vida interior rica.
La educación fue secuestrada a fin de convertirse en un terreno de entrenamiento para implantar una mentalidad deliberada, creando una amplia clase de trabajadores-autómatas abonados a un estilo de vida consumista. Es un programa que inculca la capacidad de aguantar el aburrimiento del trabajo rutinario en tanto que detiene el desarrollo interno. Los niños crecen en edad pero se mantienen dentro de una fase infantilizada, inmadura. Tenemos que admitir que estos objetivos no tienen que ver con conspiraciones sino con la política.
Desarrollo detenido
Un documento enorme de política gubernamental llamado The Behavioral Science Teacher Education Project[iii] describía reformas para que la escolarización obligatoria se implementara en la educación en Estados Unidos, a partir de 1967, de forma contundente. Sus objetivos declarados eran controlar las masas populares y exponerlas a «la influencia directa o subliminal cuando fuese necesario» para desarrollar una sociedad en la cual «pocos fuesen capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». El informe también decía cómo después de 1967 «la experimentación química» en menores llegaría a ser un procedimiento normal: una prefiguración de la epidemia actual de prescripción y uso de drogas como Ritalin y Adderol[iv] en las aulas.
La educación en nuestras sociedades modernas está sirviendo para des-individualizar a los estudiantes en un sistema que favorece la estandarización por encima de la visión y la creatividad. No es de extrañar que las pruebas estandarizadas sean la pesadilla de la vida de los estudiantes y la causa de tantísimo estrés. En Estados Unidos, el SAT (Scholastic Assessment Test o Prueba de Evaluación Académica) dice que mide la alfabetización, las nociones de aritmética y las habilidades de escritura necesarias para tener «éxito académico» en la universidad. Y lo cierto es que los SATs son famosos por el uso de vocabulario oscuro y la rigidez que favorecen la regurgitación de aprendizaje condicionado sobre la inteligencia individual. Los SATs se diseñan para clasificar a los estudiantes –la mentalidad jerárquica– más que para medir lo que saben. Estas etiquetas de clasificación permanecen con los estudiantes a lo largo de sus vidas y además condicionan un estado psicológico de «número de estatus» o bien fracaso, indignidad. Se sabe de estudiantes que se han suicidado o se han autolesionado debido al estrés de los exámenes educativos.
Se nos hace creer que el «éxito» se correlaciona con la «escolarización» pero eso no es verdad desde ningún punto de vista intelectual o financiero: es un mito de nuestro condicionamiento. De hecho, una gran cantidad de gente exitosa, inventiva y/o rica ha llegado a serlo gracias a sus propios impulsos autoiniciados. Haced vosotros mismos los deberes. Buscad las vidas de personas creativas e inventivas que hayan dejado huella en el mundo y ved cuántas de ellas atribuyen su éxito a su entrenamiento escolar. También puede que os sorprenda cuántas de estas personas en realidad abandonaron la escuela y optaron por rutas alternativas. La escolarización obligatoria detiene el desarrollo de las mentes creativas, imaginativas e innovadoras; es un terreno de entrenamiento formativo que prepara a la gente joven para una vida en la cual los sistemas sociales continúan desproveyéndonos de nuestras responsabilidades económicas (crédito cómodo), culturales (seguridad social fácil), emocionales (entretenimiento simple) e intelectuales (respuestas simples falsas y noticias falaces).
Quizá la única cosa veraz acerca de la escolarización obligatoria es que enseña a los niños cuál es su lugar en el orden social, el cual se mantiene luego durante toda su vida para la mayoría de la gente. Puede que pensemos que mandamos a nuestros niños a la escuela para que unos perfectos desconocidos les enseñen y les den información de la cual no podemos estar seguros con el fin de que aprendan a ser inteligentes. Pero justamente ese no es el caso. Estamos enviando niños a que sean condicionados para aceptar la narrativa dominante y a que se instruyan para amoldarse. La escolarización no se basa en los intereses de los estudiantes sino exclusivamente en los deseos de otros que actúan de acuerdo a sus propios intereses.
Fijaos en cómo las escuelas son cada vez más un reflejo de las prisiones, especialmente en Estados Unidos. Los estudiantes, antes de entrar al colegio, tienen que pasar por detectores de metales o guardias armados los cachean. No pueden ir al aseo sin que se les dé un «pase de pasillo» y sus movimientos se vigilan en todo momento. Este tipo de escolarización se convierte en un laboratorio para la sociedad ulterior, donde se les entrena en la vigilancia y el castigo para que siempre estén al alcance de la mano. De la factoría de escolarización a la prisión: en Estados Unidos está encerrado el veinticinco por ciento de todos los prisioneros del mundo. Obviamente aquí algo le está fallando a la gente; o la está preparando.
Una pérdida de creatividad
En la educación real se trata de perspectiva integral, consciencia contextual y establecimiento de conexiones. Estas cualidades, cuando se ejercitan y se fortalecen, ayudan a desarrollar una mayor autoconsciencia. Aprender tiene que ver con el crecimiento interior y el conocimiento de uno mismo. De otro modo uno es otro engranaje dócil más dentro del sistema del paradigma mental colectivo dominante. La autoconsciencia y el autoconocimiento es lo que nos ayuda a integrarnos en un medio ambiente más amplio, y a vivir vidas sociales equilibradas y coherentes. Lo totalmente opuesto a ello es la autoalienación, que, recordemos, era uno de los objetivos inicialmente declarados de la escolarización obligatoria: realizada dentro de «lugares oscuros, sin ventilación, y feos».
A lo largo de la historia de la escolarización obligatoria dentro de sociedades modernas tales como Estados Unidos y el Reino Unido ha habido una erosión de la imaginación de los niños y un descuido de su vida interior. Las clases de arte, música, escritura creativa y otras materias creativas se han ido eliminando gradualmente del currículo. En lugar de eso el estudiante se ve confrontado (o traumatizado) por ejercicios memorísticos interminables y exámenes de respuesta múltiple, y otros tipos de pruebas estandarizadas. El resultado de ello es que, en agosto de 2006, en Estados Unidos la Comisión Nacional sobre el Futuro de la Educación Superior, informó que: «Solo el treinta y uno por ciento de los americanos con educación superior podía comprender plenamente una historia periodística, por debajo del cuarenta por ciento de hacía una década».[2] Casi parecería como si hubiese una política deliberada de mantener a la gente tonta.
Se nos brinda una mente colectiva de conformidad, en la cual la creatividad, la visión y el contexto integral más amplio estén perceptiblemente ausentes. En lugar de ello disponemos de una gama de modelos educacionales de resonancias vanguardistas tales como «aprendizaje para el dominio»; «educación basada en resultados»; «de la escuela al trabajo»; «asociaciones entre aulas y negocios»[3]. Todas ellas suenan como muy orientadas hacia un trabajo futuro, ¿pero el futuro de quién?
Quizá nunca antes se nos haya presentado la reflexión sobre el futuro con tantos pensamientos contradictorios. Tenemos más certeza de nuestra incertidumbre que de nuestro futuro. Y aun así, al mismo tiempo, nuestras generaciones más jóvenes son confrontadas y bombardeadas con impactos, influencias y distracciones negativas sin precedentes. Lo que se necesita es un cambio de los currículos fijos de validez universal y las espantosas pruebas estandarizadas. Lo que precisamos es más autoeducación y más actividades autodidácticas con visión, innovación y creatividad. La imaginación necesita que se le den alas para volar que no sean recortadas y abolidas desde el entorno de aprendizaje. Algunas de nuestras mejores mentes han sido soñadoras, incluyendo al famoso Einstein. La imaginación es uno de los valores que puede rechazar la influencia de la mente socialmente constreñida. Dejemos vagar libremente nuestras mentes.
Extractado del libro Healing the Wounded Mind: The Psychosis of the Modern World and the Search for the Self.
Kingsley L. Dennis es autor de Healing the Wounded Mind: The Psychosis of the Modern World and the Search for the Self y Los tiempos del bardo: hiperrealidad, alta velocidad, simulación, automatización, mutación, ¿un fraude? Disponibles en Amazon. Visítele en su web: https://www.kingsleydennis.com/
Notas finales
[i] De acuerdo con el sistema inglés de notas o calificaciones: https://trucoslondres.com/vivir/estudiar/equivalencia-notas-uk/
[ii] Este término lo usó con anterioridad el maestro de escuela y educador John Taylor Gatto.
[iii]El proyecto de educación de los maestros sobre la ciencia del comportamiento.
[iv]Nombre comercial de dos medicamentos psicoestimulantes usados en el TDAH
[1]Gatto, John Taylor. 2010. Weapons of Mass Instruction: A Schoolteacher’s Journey Through the Dark World of Compulsory Schooling. BC, Canada: New Society Publishers, xvii
[2]Cited in Gatto, John Taylor. 2010. Weapons of Mass Instruction: A Schoolteacher’s Journey Through the Dark World of Compulsory Schooling. BC, Canada: New Society Publishers, pag 99
[3] En el original inglés: mastery learning; outcomes-based education; school-to-work; and classroom-business partnerships.